Feria de Abril | Quinta de abono en la Real Maestranza de Sevilla

Un trofeo a Talavante que no maquilla un festejo aburrido

  • Curro Javier pone al público en pie y hace sonar la música tras dos grandes pares de banderillas, sufriendo un varetazo

  • Miguel Ángel Perera y Andrés Roca Rey, de vacío

La quinta corrida de abono, un festejo con expectación, con lleno, aunque no se acabó el papel, resultó decepcionante. Casi tres horas en la piedra para muy poca cosa en lo artístico. El trofeo que se le concedió a Alejandro Talavante del quinto toro no maquilla un espectáculo que en su conjunto resultó insulso.

Lo más emocionante lo protagonizó Curro Javier, quien protagonizó dos pares de banderillas de categoría al cuarto toro. En el primero se asomó al balcón y en el segundo lo hizo de tal modo que tras salir trompicado fue cogido, sufriendo un varetazo en la región lumbar izquierda. La plaza se puso en pie y la ovación fue clamorosa, acompañada de la música ¡Qué gran torero es Curro Javier!

El resto del espectáculo tuvo poca historia. Talavante cortó una oreja sin entidad para una plaza de primera categoría, que se supone es La Maestranza. El astado derribó a la cabalgadura y al picador, Miguel Ángel Muñoz, Talavante, en su labor, comenzó acompañando al manso y noble toro en sus embestidas para lucirse en un par de tandas con la diestra. En esos dos pasajes hilvanó muletazos con gusto en una de las series y suaves y lentos en otra. Faltó redondear la obra. La estocada, en la que se tiró por derecho y fue efectiva, resultó decisiva para que el público solicitara el trofeo que concedió la presidencia.

El primer oponente de Talavante, alto, apenas picado, derrochó movilidad y resultó manejable. El diestro concretó una faena desigual con algunos muletazos sueltos de calidad. El mejor momento de la tarde con el capote lo aportó en este toro Roca Rey que le ganó la batalla a Talavante, a la verónica, con un quite por chicuelinas ajustadas.

Roca, tras ser devuelto su primero por cojera, se las vio con un morlaco enorme, de 590 kilos, manso. El limeño, que se lució a la verónica, brindó su faena a su apoderado, José Antonio Campuzano. Una obra muy de verdad, que puso el corazón en un puño al público en varios pasajes, con pases ceñidísimos, comenzando por sus habituales muletazos por la espalda. Por el izquierdo se libró por muy poquito de una cornada, recibiendo una caricia con la pala del pitón, que le despidió e hizo caer. Todo lo que hizo fue muy auténtico. El público estaba con el torero peruano, quien tras una estocada corta y recibir un aviso, con el toro amorcillado, falló en con el verduguillo en tres ocasiones y perdió premio.

Con el sexto, un sobrero de Torrestrella, sardo, de escaso trapío y sin clase, Roca Rey volvió a volar bien el capote a la verónica -ha crecido mucho en la ejecución del lance fundamental- y concretó una labor que no pasó de entonada, con algún desarme. Tras un pinchazo hondo, Paco Algaba sufrió un varetazo en el brazo izquierdo al intentar apuntillar al animal.

Miguel Ángel Perera contó con el peor lote. El que abrió plaza, un dije y al que no se picó, con protestas del respetable, desarrolló sentido tras colarse en varias ocasiones por el pitón derecho y protestando por el izquierdo. El diestro se entregó en un intento frustrado de faena.

El cuarto, falto de remate en el trapío, acometió muy distraído y sin apenas recorrido. Perera no llegó a acoplarse en una labor en la que sufrió un par de desarmes.

El festejo resultó pesado, con casi tres horas y sin apenas contenido artístico en una corrida de expectación que decepcionó en su conjunto, exceptuando fundamentalmente el momento de oro de un hombre de plata: Curro Javier.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios