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Sinfonía de Morante en Las Ventas

  • El genio de La Puebla hizo rugir al tendido en su diálogo con 'Pelucón', uno de esos 'núñez' que se crían en Alcurrucén

  • Perdió la puerta grande con la espada

La plaza de Las Ventas rugió con la sinfonía de Morante a 'Pelucón', a quien receta este majestuoso natural, sólo una bellísima estampa que formó parte de una obra perfecta.

La plaza de Las Ventas rugió con la sinfonía de Morante a 'Pelucón', a quien receta este majestuoso natural, sólo una bellísima estampa que formó parte de una obra perfecta. / rodrigo jiménez / efe

Corridaque dejará en el recuerdo la sinfonía del mayor orfebre contemporáneo del toreo y que quedó minimizada por el mal uso de los aceros. Pero el recital de José Antonio Morante en su segundo quedó para los anales de la plaza madrileña. Llegamos a la que siempre se consideró la corrida más importante del año y que se da bajo la presidencia del Jefe del Estado. Con la del Domingo de Resurrección en Sevilla comparte este festejo el interés del aficionado y, cuando Antonio Ordóñez la toreaba, la Goyesca de Ronda completaba el podio de cuantos festejos se celebran en esta piel de toro. Y en la de este año, bajo la atenta mirada de Felipe VI desde el palco, entraba El Juli como sustituto de Emilio de Justo, aún convaleciente de la terrible voltereta sufrida en este ruedo el Domingo de Ramos. Abría el festejo Morante de La Puebla, que con este festejo cerraba su participación isidril, y lo cerraba Ginés Marín, autor de una de las gestas con más importancia de cuantas se han venido dando en este San Isidro.

Para los tres y con la Monumental venteña sin que cupiese un alfiler, un lote de toros de Alcurrucén, esa ganadería que guarda la esencia de lo que criaba don Carlos Núñez hace sesenta años en Los Derramaderos. ¿Saldrá algún núñez? Nos preguntábamos y dentro del buen tono general de la corrida fue a aparecer en cuarto lugar. Era el último toro de Morante en este San Isidro, se llamaba Pelucón, colorado y, como ya es habitual, cinqueño. Un toro enorme de tamaño que derribó al caballo y que no daba la impresión de que fuese a darle opciones al orfebre cigarrero. ¿Se irá de vacío Morante? Pues no daba mucho pie a la esperanza, pero Morante no podía dejarse ir la última opción para triunfar en Las Ventas.

En su primero, el garbanzo negro de la corrida, Morante no tuvo ocasión de hacer nada recordable. Era un toro reservón, mirón y que gazapeaba, por lo que su matador tiró por la calle de enmedio para abatirlo a la última entre el enfado del tendido. Pero en chiqueros esperaba turno Pelucón y ahí surgió el milagro único que es ver a Morante cuajar un toro. Sin mucho lucimiento con el capote, unos ayudados por alto inmensos fueron la obertura de una auténtica sinfonía torera. Naturales excelsos de tomarlo con la muleta adelantada para acabar tras la cadera, cambios de mano, redondos sobrenaturales y Las Ventas rugiendo como hilo musical de una obra perfecta. Estocada atracándose tanto de toro que recibió un fuerte pitonazo en el vientre. Y con toda la espada dentro, el toro tardó en caer, llevándose de esta manera una de sus orejas y que Morante saliese por la Puerta Grande.

El Juli se va de este San Isidro con la sensación cierta de que la espada le ha privado de dos salidas por la calle de Alcalá. Dos salidas que, incluso, pudieron ser tres, ya que ayer repitió aquellas lecciones de poderío que dio con la de La Quinta y con la de Garcigrande. Con un lote complicado, el madrileño los entendió como sólo él se entiende con un toro complicado, pero lleva una muy mala racha con la espada y lo que pudo ser otro triunfo de clamor se quedó en el respeto y la consideración que, al fin, Las Ventas le dispensa a uno de los suyos. El quinto se lo brindó a Emilio de Justo, el torero que dejó libre el puesto que él ocupó ayer, pero se estrelló con un animal que fue a menos hasta quedarse en nada.

Ginés Marín también se ha ganado el respeto de Madrid, sobre todo por su comportamiento en la primera tarde. Y ayer estuvo muy por encima de lo que le tocó en el sorteo. Un gran inicio en su primero, pero abortado por cómo fue a menos el toro. En el último libró una batalla a pecho descubierto con un toro que huía de su sombra hasta acularse en chiqueros y allí Ginés se pegó un arrimón que tampoco tuvo el premio debido por culpa de los aceros. Y colorín colorado en una tarde que nos llevó a una especie de nirvana gracias a las telas de un genio de la margen derecha que torea como ni sin toro se puede torear mejor. Fue una sinfonía casi celestial y para los anales el diálogo de Morante con Pelucón la tarde del 1 de junio de 2022.

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