El diestro Salvador Cortés se entregó ayer en su gesto para dar un toque de atención en la conmemoración de su décimo año de alternativa. Sucedió en la plaza de Écija, cuyo aforo se cubrió en media entrada, en Corrida Goyesca en el Día de Andalucía.

Vestido con un traje goyesco de color rosado, diseñado por su esposa Sofía Rivera, Cortés se enfrentó a siete toros, en conjunto bien presentados, de distintas ganaderías y comportamiento. En su registro por agradar al público demostró fondo físico y se mostró seguro con las telas y, en conjunto, con la espada. Por un percance a comienzos del festejo -un testarazo en la mano derecha-, toreó con la citada mano vendada. El público lo trató cariñosamente desde que se rompió el paseíllo, con una ovación de gala, hasta que despachó al último toro.

El balance fue: oreja, palmas, dos orejas, oreja, oreja, oreja y ovación en el sobrero que regaló.

Con el noble parladé que abrió plaza se lució a la verónica y logró muletazos de mano baja, brillando especialmente al natural. Con el manso de Partido de Resina, de escaso recorrido, abrevió.

Cortés recibió con arrojo al tercero, de Albarrán, un toro muy noble al que toreó bien a la verónica, prendió banderillas y realizó una faena basada en la diestra, en la que lo más destacable fue la ligazón, para cerrar con bernadinas.

El toro de Victorino Martín, ovacionado en su arrastre, metió bien la cara, aunque le faltó más recorrido. El de Mairena consiguió lo mejor con la zurda.

El quinto, de Javier Molina, con calidad, se rajó. El torero logró buenos muletazos aislados. Como sexto y séptimo -el sobrero de regalo- saltaron dos astados de Los Recitales. El sexto, manejable y el sobrero, sin clase, ante los que estuvo voluntarioso.

En definitiva, Salvador Cortés logró con su gesto un toque de atención para que nuevamente le proporcionen oportunidades suficientes para luchar por entrar en el circuito, que era el objetivo de su encerrona.