Toros

Posada de Maravillas, a hombros, y Javier Antón corta una oreja

El primer festejo de la Feria del Toro de Pamplona resultó entretenido con una materia prima de El Parralejo -hierro del sevillano José Moya- bien presentada y de muy buen juego. De nuevo, El Parralejo triunfó de manera incuestionable en el coso navarro. En el espectáculo, Posada de Maravillas cortó dos orejas al sexto novillo y salió a hombros, el local Antón Cortés cobró el primer trofeo del ciclo y Rafael Cerro, quien mejor toreó, echó por la borda una puerta grande merecidísima, por el mal manejo de los aceros.

Posada de Maravillas, que increíblemente se ejercitó físicamente en el patio de cuadrillas, entretanto se desarrollaba la lidia del segundo astado, realizó un trasteo desigual, con algún muletazo entonado, intercalado con un desarme a un novillo también bien presentado y el más apagado de la primera parte de la novillada. Mató de estocada.

Con el sexto, un novillo con brío, Posada de Maravillas realizó una labor animosa y desigual, en la que le faltó por momentos templar. En cualquier caso, el torero consiguió buenos muletazos por ambos pitones y un cierre torero. Su labor, que llegó con facilidad a los tendidos, fue premiada con dos orejas.

El local Javier Antón dejó nota de sus buenas condiciones, aunque también evidenció su escaso rodaje. El que novillo que abrió plaza, un lustroso castaño, bocidorado, astifino, se pasó de frenada cuando de salida estaba a punto de alcanzar un burladero y saltó, prácticamente de manera limpia, las tablas y se coló al callejón. El animal, lejos de mansear, se entregó tras la muleta con nobleza, de manera repetidora y con fijeza. Antón concretó una labor voluntariosa, aunque sin brillo, que remató mal con los aceros, al quedarse en la cara en tres envites.

Con el cuarto, con la nobleza como mayor virtud, Antón realizó una faena con altibajos, destacando sendas tandas con ambas manos. De nuevo, mal en la suerte suprema, quedándose en la cara del novillo. Tras un pinchazo y media estocada, sus paisanos ondearon los pañuelos y le fue concedida la primera oreja de esta Feria del Toro 2013.

Rafael Cerro cumplió con variedad y acierto con el capote y gusto con la muleta. Recibió al negro burraco segundo con una larga cambiada de rodillas. La faena al noble animal tuvo sus momentos álgidos cuando el extremeño dibujó bellos naturales en dos series de categoría. Le faltó contundencia con la espada para cobrar un trofeo.

Con el quinto, un astado serio en su presentación y comportamiento, Cerro concretó una faena medida, variada y preciosa. De nuevo, brilló especialmente con esa zurda de oro que posee. Fue elevando el tono artístico en las series. Los remates, como un pase del desprecio, una trincherilla o un pase de pecho, resultaron carteles de toros. También derrochó torería en un epílogo genuflexo torerísimo. Volvió a perder el triunfo por el fallo con la espada y el verduguillo. Escuchó dos avisos y el respetable le ovacionó cariñosamente.

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