Toros

Manzanares borda el toreo en la plaza de Albacete

  • Rotundo triunfo del diestro alicantino que corta cuatro orejas y se impone a Ponce, sin trofeos, y a Lorenzo, que corta una oreja

novena de feria en albacete Ganadería: Cuatro toros de Núñez del Cuvillo y dos -primero y tercero- de Juan Pedro Domecq, bien presentados, blandos en líneas generales y de juego desigual. Destacó sobremanera el segundo, bravo y con clase, de nombre Currito, ensabanado de capa, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre. TOREROS: Enrique Ponce: silencio tras aviso; aviso y vuelta tras petición. José María Manzanares: dos orejas; dos orejas tras aviso. Álvaro Lorenzo: oreja tras aviso; silencio. INCIDENCIAS: Saludaron en banderillas Jesús Miguel Suso y Rafael Rosa tras banderillear al segundo y quinto toro, respectivamente, y con ellos Luis Blázquez. Algo más de tres cuartos de entrada en tarde soleada.

Efe Albacete

José María Manzanares protagonizó ayer una apoteósica actuación en el noveno festejo de la feria de la Virgen de los Llanos de Albacete, no sólo por las cuatro orejas que cortó sino por la manera tan bella y rotunda de interpretar el toreo con los dos toros de su lote.

Poca tela para cortar tuvo Ponce en su primero, un toro de Juan Pedro Domecq flojo y claudicante con el que el de Chiva no pudo pasar de los estéticos y bellos detalles sueltos, en una labor mal rematada con los aceros. El cuarto tampoco se prestó demasiado al lucimiento, quedándose corto y tirando derrotes.

A Manzanares le tocó el gordo en el sorteo con un primer cuvillode bravas y enclasadas embestidas, con el que el alicantino llevó a cabo una faena de altura por el temple, la torería, la prestancia y el empaque que demostró especialmente en el toreo al natural.

Obra grande de Manzanares, de ritmo creciente y con el perfecto corolario de una estocada hasta los gavilanes. La faena al quinto fue por los mismos derroteros. Otra obra maestra de Manzanares en un alarde de temple, estética y armonía en una faena cumbre sobre ambos pitones, muy bien argumentada y mejor hilvanada.

El primero de Álvaro Lorenzo, noble y blando a partes de iguales, permitió, al menos, una labor a media altura en la que destacó en varios muletazos sobre el pitón derecho. Anduvo por encima de las circunstancias Lorenzo, quien, tras acertar a la primera con la espada, paseó una oreja.

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