Toros

Lorenzo brilla en su despedida como novillero en Madrid

  • El diestro toledano deja una grata impresión pese a que el presidente no le concedió una oreja ganada a ley Buen nivel de Varea y Marín

cuarto festejo de la feria de san isidro Ganadería: Se estoquearon cinco novillos de El Parralejo, de desiguales hechuras y en conjunto bien presentados y con un comportamiento desigual y un sobrero, inválido, de José Vázquez, como tercero bis. TOREROS: Álvaro Lorenzo, de gris y plata, que se presentaba, dos pinchazos, estocada y un descabello (silencio). Estocada trasera (vuelta al ruedo tras petición de oreja). Ginés Marín, de purísima y oro, que se presentaba, Pinchazo hondo caído (silencio tras aviso). Media defectuosa (silencio). Varea, de azul y oro, que se presentaba, Pinchazo hondo y descabello (silencio). Tres pinchazos y estocada (saludos tras ovación con aviso). INCIDENCIAS: Plaza de toros de Las Ventas. Lunes 9 de mayo de 2016. Tres cuartos de entrada. Lluvia intermitente.

Álvaro Lorenzo, Ginés Marín y Varea, a punto de tomar la alternativa en Nimes, se presentaban y despedían en Las Ventas como novilleros en la primera novillada de las tres anunciadas en el presente San Isidro. Una terna que vivió y sufrió el rigor y la dureza de la plaza de toros más exigente del mundo y que se marchó de vacío. Únicamente, un espléndido Álvaro Lorenzo dio una vuelta al ruedo tras lidiar al quinto tras una notable faena por la que el público solicitó una oreja ganada a ley y que el presidente no concedió. Varea, en el sexto, se cargó con la espada una obra con buen gusto que iba para premio.

En cuanto a la materia prima, se lidió una novillada de El Parralejo, en conjunto bien presentada y de comportamiento desigual, con el añadido de un sobrero, inválido, con el hierro de José Vázquez.

Álvaro Lorenzo, quien triunfó en Sevilla el pasado 2 de mayo, dejó una buena tarjeta de presentación ante un lote de muy distinto comportamiento. El que abrió plaza, bajo, con buenas hechuras y que sangró mucho tras el tercio de varas, embistió con nobleza, pero flojeó en exceso. El toledano realizó una labor pulcra, que remató mal con la espada.

El cuarto, un ejemplar fuerte, musculoso y encastado, embistió con movilidad y entrega. Lorenzo labró una notable faena en su conjunto, que comenzó por bajo para ahormar al astado. En las afueras, el torero brilló en una serie diestra con ligazón y otra alargando los muletazos. Con la izquierda, dibujó naturales estimables en una tanda y se equivocó en torear por arriba en otra, enganchando el novillo la muleta. Tras unos circulares invertidos se quedó descolocado y fue cogido. El astado, que le reventó una hombrera, estuvo a punto de herirle en una axila. Ya repuesto del susto, cerró su faena con luquecinas y mató de estocada trasera. Dio una más que merecida vuelta al ruedo tras petición de oreja.

Ginés Marín resolvió su primer acto con una labor muy extensa y con excesivos enganchones y cerró por bernadinas ante el segundo, un novillo tardo, parado y que punteaba tras las telas.

Con el serio y muy astifino quinto, que derribó al primer encuentro, el torero concretó un trasteo con valor y oficio. Logró lo mejor en un par de tandas diestras ante un animal exigente y con movilidad.

El tercero apuntó buenas condiciones de salida y en el primer tercio, pero fue devuelto tras doblar las manos en un par de ocasiones. Al sobrero, de José Vázquez, algo montado y cuesta arriba, lo recibió Marín con bellas verónicas. Pero ahí quedó todo. El animal, un inválido, se derrumbó en varias ocasiones durante la labor de muleta entre las protestas del público.

El sexto, bajo, tardó en salir por toriles, se dejó pegar en varas y resultó manejable en la muleta. Varea dio la dimensión de novillero cuajado, superando las molestias del viento que se levantó y bajo una lluvia intensa. Citó a portagayola al animal, que huyó. Tras el lucimiento de Iván García en dos pares de banderillas, Varea, en las afueras, descolló en dos series diestras, la segunda con gusto, rematada con un precioso pase del desprecio. Con la zurda, hubo naturales de mano baja de gran calibre en una serie rematada con un gran pase de pecho. La obra, con peso y que iba para premio, la remató pésimamente con la espada, precisando de tres pinchazos y una estocada.

Álvaro Lorenzo, pese a que el presidente se negó a concederle una oreja ganada a ley, fue el más destacado de los tres toreros más cuajados del escalafón novilleril, que vivieron y sufrieron un durísimo examen en su presentación y despedida como novilleros en Las Ventas.

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