Toros

El Juli consigue su sexta Puerta del Príncipe (excesiva)

  • Desoreja al quinto de Garcigrande, premiado con la vuelta y le conceden una oreja con protestas en su primero

  • Morante, que borda el toreo a la verónica, y Perera, de vacío

El Juli sale por la Puerta del Príncipe.

El Juli sale por la Puerta del Príncipe. / Juan Carlos Muñoz

Con un ambiente de día grande, llenazo y calor veraniego en La Maestranza, se desarrolló la cuarta corrida del abono en la que resultó triunfador El Juli, quien alcanzó su sexta Puerta del Príncipe, un premio excesivo.

El Juli, triunfador el año pasado de la Feria de Abril, volvió a conquistar la plaza sevillana, tras su paso de puntillas el pasado Domingo de Resurrección. Con sus conocimientos innatos atisbó y sacó de inmediato todas las virtudes del gran 'Arrogante', el mejor toro del encierro de Garcigrande, que decepcionó en su conjunto.

El quinto toro, serio, al que metieron bajo el peto en el primer puyazo, manseando en varas. El diestro madrileño realizó una faena impactante, bajo los sones de 'Suspiros de España', atornillando las zapatillas y embebiendo al toro tras la muleta en pases en los que alargó los viajes de cada muletazo con toques imperceptibles, entre tanto el astado, que por momentos parecía un carretón, perseguía la tela encarnada. El Juli cuajó una faena bajo las coordenadas de la quietud, el temple y el buen toreo, con el público coreando con oles el broche de cada serie. Una obra que cerró con un afarolado que abrochó con un pase del desprecio. Mató de estoconazo y la plaza, rendida, solicitó las dos orejas que fueron concedidas y en la euforia el toro fue premiado con la vuelta al ruedo; premio excesivo.

Con su primero, colorao, bajo, noble, pero de escaso poder, se inventó una faena, con brindis a Manuel Benítez 'El Cordobés' en la que los mejores pasajes fueron un comienzo explosivo, a pies juntos, y un cierre muy ceñido, abrochado con un pase de pecho mirando al tendido. Mató de estocada y cuando el público se manifestaba sacando los pañuelos, el presidente concedió la oreja sin que a simple vista hubiera petición mayoritaria. Protestas del público al presidente, José Luque. Un premio excesivo que el torero no paseó.

Morante de la Puebla se las vio en primer lugar con un toro noble, pero falto de poder. Estuvo inconmensurable con el capote. Desde las rayas hasta los medios, dibujó un manojo de verónicas aterciopeladas y una media sublime, acompasando la figura; varias de ellas para inmortalizarlas en escultura. Con un quite por chicuelinas añadió sal a su capote de seda. En la faena, con torería y naturalidad, comenzó con doblones, pero faltó ligazón por la falta de motor del animal, al que mató de media estocada.

Ante el cuarto, Morante anduvo voluntarioso ante un astado al que le costaba embestir y lo hacía con acometidas defensivas.

Miguel Ángel Perera no pudo lucirse ante el tercero, bien armado, alto, montado cumplió en varas. El pacense, que brindó su labor a su antiguo apoderado, Fernando Cepeda, concretó un trasteo en el que faltó el arma principal del pacense, la ligazón, para calar en el público, debido a la falta de poder del astado.

Con el voluminoso sexto, que humillaba, concretó un trasteo que perdió gas a medida que el toro perdía fuelle.

El Juli, sin duda, fue el gran triunfador de una tarde en la que su sexta salida a hombros por la Puerta del Príncipe resultó excesiva en una tarde en la que brilló sobremanera con el capote Morante de la Puebla.

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