Feria de San Isidro 2021

Ortega, clasicismo que hace soñar

  • El Juli fue, con dos orejas, el triunfador numérico, pero el sevillano, al que la espada privó de mayores triunfos, emocionó de verdad con su toreo

  • Morante de la Puebla se encontró con dos oponentes imposibles para la lidia

Juan Ortega toreando con el capote en Vistalegre.

Juan Ortega toreando con el capote en Vistalegre. / Zipi (EFE)

Julián López "El Juli" fue el triunfador numérico de la corrida de este sábado en Vistalegre gracias a las dos orejas que le cortó a un bravo "garcigrande" por una faena más comunicativa que honda, en una tarde en la que el mejor toreo lo hizo Juan Ortega, que solo paseó un trofeo por culpa de la espada. Por eso, más allá de las orejas, es necesario empezar por lo más rotundo, lo más bello y torero, y eso, sin duda, fueron las dos faenas que cuajó el sevillano Juan Ortega, que se suma así a la corriente de buen toreo que está dejando esta alternativa feria de San Isidro, y en la que Morante, Daniel Luque y Diego Urdiales ya habían dejado su firma. Porque da gusto ver a un torero tan joven que bebe de las fuentes más clásicas del toreo, ese que nace natural, puro y valiente como pocos. Y es que el valor es ponerse de verdad, pasárselos cerca, y tratar de reducir la velocidad de las embestidas a base de temple para llevarlas después lo más atrás posible. Así nace la verdadera emoción, la del vello de punta, y no "vendiendo el barato" como hacen otros que van de poderosos, buscan el arrimón forzado y no pegan ni uno en condiciones.

Ortega ya puso a todo el mundo de acuerdo en su primero, un toro que hacía cosas raras con la vista, viniéndose cruzado en los capotes, pero al que fue metiendo en el canasto gracias al exquisito trato que le dio para acabar toreándolo con un sentimiento extraordinario, con relajo y al ralentí por el derecho y con una profundidad también sensacional por naturales. Faena excelsa y de sabor añejo, sobre los mimbres del clasicismo y con el pellizco que solamente emerge a orillas del Guadalquivir. Tenía las orejas en el bolsillo, pero la espada lo dejó todo en una aclamada y celebrada vuelta al ruedo. Y otras dos más pudo haber cortado Ortega del sexto de no ser, precisamente, por su desacierto en la suerte suprema, después de volver a cuajar otra labor de exquisita suavidad, pulseando de maravilla a su oponente, que, aunque cogido con alfileres, tuvo un fondo de calidad que solamente podía aflorar si se le hacían bien las cosas. Como así fue. Así, dándole muchos desahogos entre pases y con suma delicadeza en los toques logró naturales inmensos, amén de los remates entre series como los trincherazos, los molinetes y otros alardes que acabaron poniendo los tendidos en pie. Pero, ya está dicho, no entró la tizona hasta el segundo intento, dejando el premio en singular.

El Juli presume de orejas con una bufanda del Atlético de Madrid colgada al cuello. El Juli presume de orejas con una bufanda del Atlético de Madrid colgada al cuello.

El Juli presume de orejas con una bufanda del Atlético de Madrid colgada al cuello. / Zipi (EFE)

El triunfador numérico de la tarde, en cambio, fue El Juli, que le cortó dos orejas a un bravo y enclasado toro, el quinto, al que instrumentó una faena que conectó mucho con los tendidos, aunque no fluyó como debería haber fluido, ni estuvo a la altura de tan importante animal. Hubo momentos buenos, claro que sí, como algunos naturales aislados, mas el toro pedía más que tres y el de pecho por serie. Pero a la gente le gustó, por eso, tras la estocada le premiaron con las dos orejas, que el torero de San Blas paseó ataviado con la bufanda del Atleti. Ahí hubo más división de opiniones. Y no hubo más, pues ni el Juli pudo concretar nada con un segundo descastado y sin fuerza, ni Morante, al que le tocó bailar con la más fea, pasó de los detalles sueltos (sobre todo el capote) ante dos oponentes imposibles para hacer el toreo.

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