Toros

Iván Fandiño, soberbio ante un gran toro de Victoriano del Río

  • El vasco, a hombros, corta dos orejas a 'Español', premiado con la vuelta al ruedo

El quinto festejo de la Feria de Pamplona contó con dos triunfadores del año pasado, Juan José Padilla e Iván Fandiño, acompañados de una nueva promesa, Juan del Álamo. Con una corrida de Victoriano del Río, muy seria en presentación y de buen juego en conjunto, Fandiño triunfó a lo grande gracias a una actuación soberbia, por valor, actitud, inteligencia y buen toreo ante el gran toro que saltó en quinto lugar.

Con ese segundo de su lote, Español, de 550 kilos, nacido en octubre de 2008, bien hecho y serio en su armamento, y al que se le premió con la vuelta al ruedo por su buen juego. Toro que cumplió en varas y embistió con bravura. Fandiño se mostró solvente, firme y decidido. El torero se estiró bien a la verónica y realizó una faena basada en la diestra, en la que se pasó muy cerca los pitones y que abrió con un escalofriante pase por la espalda en los medios. Dos primeras series entonadas, una tercera con muletazos ceñidísimos y una cuarta en la que bajó la mano y aguantó con dos bemoles una parada del toro, que se le quedó debajo. Ahí el público estalló en una gran ovación, reconociendo la firmeza del orduñés. Continuó con la derecha a un gran nivel y cerró con manoletinas. En la suerte suprema se tiró a ley para enterrar la espada. Cobró dos orejas.

Con su primero, serio, algo montado, astifino, que embistió con la cara alta, sin entrega y buscando las tablas, se vivió un momento dramático cuando el toro atravesó a Fandiño la taleguilla al entrar a matar en el segundo envite. El diestro dejó enterrado el acero a cambio de una voltereta espeluznante. La fiera buscó al vasco, que yacía en la arena y los pitones le rozaron las femorales, los riñones...Cuando se levantó con la cara ensangrentada se temía lo peor. Afortunadamente, no estaba herido y dio la vuelta al ruedo con un trofeo solicitado mayoritariamente por ese impacto de la cogida. Pasó a la enfermería, donde no le apreciaron heridas, por su pie. Con anterioridad, abusó de guiños a la galería en un trasteo insustancial.

Juan José Padilla, en la primera de sus dos tardes en estos Sanfermines, contó únicamente con una oportunidad, al lesionarse su primero durante la lidia. Con ese ejemplar que abrió plaza, bajo y cornidelantero, que apuntaba nobleza, el jerezano tuvo que cortar la faena al romperse una mano el astado en el frenazo de un viaje. Con anterioridad, Padilla lo había recibido con una larga cambiada de rodillas junto a tablas y pareó con facilidad.

Con el cuarto, bien hecho y noble, al que no banderilleó, Padilla realizó una faena aseada con algunos muletazos sueltos de calidad y remates toreros, como una trincherilla.

Juan del Álamo manejó con suficiencia las telas; aunque falló con la espada. Al tercer toro, enorme, cornimonumental y serio en sus embestidas, respondió el salmantino con responsabilidad y seriedad en una faena meritoria en la que logró muletazos largos por ambos pitones.

Con el feote sexto, de enormes velas y que resultó noblote, aunque no humillaba, Juan del Álamo combinó muletazos de buen trazo y algunos guiños a la galería. Una obra que cerró con unas manoletinas a pies juntos y un gran pase de pecho, pero sin acierto en la suerte suprema.

La tarde quedó marcada por un soberbio Fandiño que entusiasmó al público con el gran toro Español en Pamplona, cuya Puerta Grande abrió ayer por tercera vez en su carrera.

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