por la ruta del toro en huelva | ganadería de manuel ángel millares

Futuro Millares"¿Volver a Huelva? ¡El día que nos llamen hablamos de todo!"

  • Un total de nueve festejos componen la camada que el ganadero tiene previsto lidiar de sus encastes atanasio y jandilla en esta temporada

El andamiaje del toro en los campos de Pelegrín no es nuevo. Lleva 26 años consecutivos tejiendo en cada amanecer el futuro de unos toros que llegaron desde tierras extremeñas hasta enseñorearse de ese paisaje de encinas y alcornoques en pleno enclave triguereño. Llegaron hechos con ese mezcolanza de sangre jandilla y atanasio. Hoy, tanto tiempo después, el hierro de Los Millares anuncia a unos atanasios corpulentos y hondos; Torremilla lo hace con el legado de la sangre núñez, mientras que el hierro principal, Manuel Ángel Millares, anuncia esos jandillas, finura de estampa de toro bravo. Ventiséis años de sueños y teoría ganadera sobre la que se asienta esta entrevista con su ganadero.

-¿Está pagado ser ganadero de lidia?

-En ningún caso. Ésta es una actividad que forma parte fundamentalmente de una afición, pero en ningún caso es negocio. Está un poquito mejor que hace un tiempo, pero en absoluto se puede contemplar como negocio. No puede serlo un producto que ha subido entre un veinte o un treinta por ciento respecto a cinco años y las materias primas que lo alimentan lo han hecho casi un trescientos por cien.

-A su juicio, ¿cuáles son las soluciones que más a corto plazo necesita el campo?

-Traer nuevamente a la Fiesta la emoción. Esa es una cosa fundamental que ocurra. Los toros no puede ser algo que no provoque emociones. No basta con que pasen para allá y para acá. Un toro con poder y raza es fundamental para que la Fiesta vuelva a su sitio. Cuando un espectador está sentado en el tendido y olvida el riesgo que tiene lo que está sucediendo en el albero se ha perdido una parte importante de la magia de la Fiesta. Hay que traer la emoción y la emoción se trae de dos formas: una, con el toro de unas características distintas, con picante. La otra, consiguiendo que las ferias no sean siempre las mismas. Las figuras tienen que estar separadas. Todo eso lo que hace es restar a la Fiesta interés y competitividad. Mezclar toreros nuevos con los consolidados para que haya competencia. No tienen sentido esos mano a mano que se han montado otras veces en los que no hay rivalidad. Eso no sirve. Sirven los que traen competencia, como los que han protagonizado López Simón, Talavante…

-Un día decide hacerse ganadero. Cuando han pasado ya veintiséis años de aquello, ¿volvería a afrontarlo de la misma forma?

-Volvería a ser ganadero. Afrontarlo de la misma forma, posiblemente no. No porque hemos sido ganaderos posiblemente a espaldas de la realidad de muchas cosas. La Fiesta tiene un problema de competencia desleal, agravios comparativos que, lógicamente, si tú los afrontas desde un sentido totalmente purista te crea el problema de que cuando te das cuenta es cuando estás fuera de esto. Lo sería, pero, sin duda, de otra forma.

-El toro como elemento de la Fiesta, ¿en qué lugar está?

-Lamentablemente no en el que tendría que estar ni merece. Sin toros no hay Fiesta. Los toreros pasan. Hay toreros antes, toreros después, que cambian, más jóvenes, veteranos, pero sin toro, no son nada. El toro tiene que tener un lugar predominante, que bien por la división que hemos tenido los ganaderos y por otras circunstancias, pues no está así, y el toro es fundamental. Hay plazas en las que afortunadamente los carteles los marca el toro y los toreros tienen la oportunidad de apuntarse a uno o a otro cartel, pero ya está. Nada de componendas de me traes ésta o aquella, que me gusta más. Hablo de Pamplona y sobre todo de plazas francesas, donde sólo tienes que darte cuenta de una cosa: están llenas de público. Luego entonces, cuidado, no vaya a ser que alguien se esté equivocando en definir quién tiene más importancia en la Fiesta.

Habla el ganadero de cachés. De porcentajes y de otras formas de afrontar las contrataciones de los toreros. "Que cada uno cobre en función de lo que sea capaz de llenar una plaza".

-Pues en cuanto a los ganaderos también habrá que tener en cuenta eso…

-Completamente de acuerdo con eso. Pero es que ahora mismo los ganaderos, en muchos casos, van de la misma mano de los toreros. No solo imponen la presencia de la figura dos, o del tercer compañero, para que el cartel esté rematado, como dicen, sino que además imponen una determinada ganadería con la que ellos se sientan cómodos.

-A ustedes les ha faltado unión

-Toda. Pero tenemos el nombre. Se sigue llamando Unión de Ganaderos pero entre nosotros la unión no existe. Claro, ahora nos estamos dando cuenta del problema y se pretenden hacer experimentos. Que si ahora una Fundación, que si por aquí, que ahora por allá, pero lo cierto es que casi todas acaban fracasando por eso mismo, porque no tenemos una unión real y se termina por hacernos entre nosotros una competencia desleal. Esto a lo mejor no se nota en una plaza de primera, pero cuando todos afrontamos la posibilidad de estar en unos carteles de plaza de segunda, quienes hacen concesiones están y los que no, pues no entran. Eso es lo que está llevando la Fiesta a un terreno que no funciona. No funciona, porque el que se sienta en el tendido se pone a comer pipas. Todo eso, cuando el toro sale de verdad, te sobra porque no eres capaz de ponerte a comer pipas; cuando estás aburrido en una plaza, es lógico.

-Un día va y se dice: me voy para Trigueros a hacerme ganadero.

-La vinculación con Trigueros era de siempre; la afición a los toros, desde pequeño. El ambiente taurino era importante porque yo desde siempre he sido muy amigo de la familia Cuadri y el primer cuadrista que había en Trigueros era yo, y lo sigo siendo. Hacerse ganadero tiene su venilla de locura. Una persona normal con todos los tornillos en su cabeza no se mete a hacerse ganadero de bravo porque una cosa está clara: te cuesta el dinero, requiere plena dedicación y tragarte los momentos malos y los muy malos. A pesar de esto, sigo pensando que mereció la pena.

-Después de todo este tiempo, de todo lo que pretendía, ¿qué es lo que ha conseguido?

-Encontrar un toro como a mí me gusta. Cada ganadero tenemos en la cabeza un tipo de toro determinado en su forma de embestir. Llegar a tener el conocimiento grande de los animales que tengo, sus reatas, comportamiento, afinar lo suficiente como para que de tres animales seleccionados para sementales apruebes dos en un día. De tardes como las de Montoro o Valverde te embisten cinco de seis; eso es importante y lo disfrutas. Muchas veces se dice que nunca sabes cómo va a salir un toro, pero eso es una mentira a medias, porque en cuanto a un toro bueno quizá no terminas de acertar porque también cuenta la buena o mala suerte que haya tenido el toro en el sorteo, pero lo que sí acabas sabiendo como ganadero es lo que no va a servir. Este año me costó trabajo que aceptaran un toro en la corrida de Alcázar. Contra la opinión de los veedores de los toreros conseguí que fuera de titular en el encierro porque tenía muchísima confianza en él, y al final, cuando ves a la gente pidiendo el indulto, te queda una enorme satisfacción. Mayor aun cuando el padre de ese toro lo es también de los dos últimos sementales aprobados y padre, además, de tres de los novillos que se lidiaron en Valverde.

-Huelva duele en su ausencia… Me refiero a la plaza y a su feria. No me equivoco, ¿verdad?

-La última vez que vine a Huelva fue lastimosamente el día de la cornada a Emilio Silvera, pero de aquella corrida muchos aficionados aún me la recuerdan por la presentación que tuvo y la bravura que demostró. Han pasado muchos años, pero las cosas importantes -y creo que aquella corrida lo fue- siempre se las queda el aficionado. ¿Volver? Bueno, hombre, lo que no voy es a venir con una novillada sin picadores, pero con una novillada picada, ¿por qué no? Así empecé cuando vine por primera vez a Huelva .

-¿La camada para este año?

-Vamos a lidiar menos que otras veces. Hay tres corridas de toros, tres novilladas con picadores y tres novilladas sin picadores. Algún toro suelto para las calles, pero poco más.

-¿Dónde están los buenos?

-(Risas) Pues procuraremos repartirlos. Tengo una ventaja importante y es que de esos veintitrés toros que hay, tengo seis hijos de un semental, el número 67, de nombre Payaso, que nos ha dejado cosas extraordinarias. Tenemos también siete toros del número 91, Tremendo, y otros tantos novillos de sementales con los que vas ya con cierta confianza y garantías a cualquier plaza. Aunque también la emoción de poder equivocarte en esto es importante.

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