Toros

Fandiño consigue un trofeo con sabor a triunfo grande

  • Fernando Robleño corta una oreja y Alberto Aguilar es ovacionado · Los toros de la ganadería sevillana de Peñajara dieron buen juego, a excepción del cuarto

GANADERÍA: Cinco toros de Peñajara, aceptablemente presentados y de buen juego, excepto el incómodo cuarto. Los mejores, primero y quinto, éste último premiado con una exagerada vuelta al ruedo en el arrastre, en la que acabó siendo pitado. El segundo, de Javier Gallego, deslucido. TOREROS: Fernando Robleño, estocada casi entera desprendida (oreja). En el cuarto, pinchazo hondo que casi termina tragándose y un descabello (palmas). Iván Fandiño, media estocada y seis descabellos (silencio). En el quinto, estocada y descabello (una oreja). Alberto Aguilar, estocada caída y descabello (ovación tras aviso). En el sexto, tres pinchazos y una estocada (silencio tras un aviso). Incidencias: Plaza de toros de Valdemorillo. Tres cuartos de entrada.

Una oreja, que en otra plaza de más exigencias hubiera tenido sabor a triunfo grande, fue el premio a una faena de gran asiento y dominio de Iván Fandiño, en Valdemorillo, en una tarde en la que también Fernando Robleño obtuvo un trofeo por una meritoria actuación.

No estuvo cómodo Fandiño con su primero, el segundo de la tarde, un remiendo que vino a sustituir al toro titular, que se había estropeado una vez enchiquerado y sin haber saltado al ruedo. Toro que se quedó siempre corto, y buscando el bulto.

En principio pareció que le iba a coger el aire el torero, pero fue mero espejismo. Se impuso la mala condición del animal. Y Fandiño acabó dando también la impresión de andar si no desganado y ventajista, sí buscando cierto efectismo de cara a la galería. Al final, nada.

Pero cambiaron las tornas en el quinto. Toro que fue bravo en el caballo, y al que Fandiño descubrió ya de salida, con unos elegantes y templados lances a la verónica. Aquí hubo compromiso de faena, y sobre todo inspiración y delicada interpretación. Buen toreo. Muy centrado y capaz. Fandiño esperó, enganchó y tiró, con arte, mucho arte y dominio completo. Hubo también arrestos, pues quedarse quieto para hacerlo muy despacio significa también valor.

La mezcla de todo dio como resultado una gran faena, con reconocimiento de punto y aparte, es decir, sobresaliente, al torear por naturales. Gran espadazo.

Pero el presidente no se enteró bien, y en su confusión llegó a sacar el pañuelo azul para premiar al toro con una vuelta al ruedo que nadie había pedido. En consecuencia, terminó habiendo pitos para el toro, que tampoco los merecía, y la vuelta al ruedo de Fandiño, aclamada. Al final, inevitable bronca para el palco.

Oreja también para Robleño por una faena de arrestos y muy buena técnica al que abrió plaza. Faena notable puesto que fue siempre a más, y que tuvo eficaz rúbrica con la espada.

El cuarto embestía descompuesto y quedándose corto, de modo que bastante hizo Robleño con no arrugarse.

Tampoco se dio mala maña Sergio Aguilar en los dos de su lote, aunque la espada acabaría jugándole una mala pasada, haciéndole perder al menos un trofeo del toro tercero de la tarde. En éste hubo compases de toreo a derechas de verdadero mérito, pero en lugar de ir a más fue al revés. Ya en el sexto, a base de perderle pasos al toro, terminó componiendo Aguilar una interesante faena, sin embargo, estropeada al matar.

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