Toros

Faena importante de Hermoso y salida a hombros de Armendáriz

Independientemente de los trofeos que el público solicitó y la presidencia concedió ayer en Pamplona, con tres de ellos para Roberto Armendáriz, quien salió a hombros, la gran faena de la tarde corrió a cargo de Pablo Hermoso de Mendoza, una obra deliciosa ante Canastito, muy noble y con entrega, de Carmen Lorenzo, uno de los tres hierros lidiados de la casa de El Capea, encierro que dio buen juego en su conjunto.

Hermoso de Mendoza derrochó maestría ante un astado noble, con buen son y entrega, al que le faltó poder. El estellés cuajó el toreo en redondo sobre Napoleón al recibirlo. Con Disparate llegó la locura con la hermosina -toreo de costado cambiando el caballo de costado- y que ayer remató en una ocasión con una pirueta. El toro se desplomó y el torero volvió a la hermosina. Con Viriato se metió entre los pitones de un animal ya con poco fuelle. Y con Pirata, cortas y desplante. Después de un pinchazo arriba, clavó el rejón de muerte. El toro tardó en caer y Hermoso, incompresiblemente, sólo escuchó unas palmas.

A mitad de festejo comenzó un diluvio y continuó lloviendo con fuerza hasta el término del mismo, despoblándose paulatinamente los tendidos y quedando en mal estado el piso de plaza en el sexto toro.

Hermoso, con el cuarto, un astado manejable, concretó una labor pundonorosa, cosechando muchas palmas con Habanero y sus piruetas. Con Pirata, además de cortas, prendió un par de banderillas cortas a dos manos muy meritorio. En esta ocasión, con una labor de menor entidad y un pinchazo previo como en su anterior actuación, el público solicitó la oreja, que fue concedida.

El triunfador numérico del espectáculo ecuestre fue el local Roberto Armendáriz, muy animoso y respaldado por sus paisanos y que fue premiado generosamente con dos orejas. El rejoneador, que brindó a su hermano, realizó varias pasadas en falso, calentó al personal con Ranchero y brilló montando a Prometido, que llevó cosido al toro en el toreo a dos pistas; prendiendo el torero de manera muy meritorio, de dentro afuera con el toro pegado a tablas.

Con el sexto, con el piso de plaza ya en mal estado, Armendáriz continuó derrochando ilusión en una faena desigual y voluntariosa.

Sergio Galán, dentro de su línea habitual clásica en su toreo, estuvo discreto. Fue premiado en el quinto con un trofeo por una faena digna, con algunos destellos importantes toreando de frente a lomos de Ojeda y un gran par a dos manos sobre Apolo. Mató de pinchazo y rejón.

Con anterioridad, con manejable segundo, Galán destacó prendiendo un palo, de poder a poder, y arriesgando mucho. Cerró con un carrusel de cortas, clavando desigualmente.

Si algo dejó huella como toreo de calidad fue la primera faena de Hermoso; precisamente no premiada en una tarde en la que el local Roberto Armendáriz, sin llegar a las cotas del estellés, salió a hombros.

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