Toros

David de Miranda confirma su puesta a punto en Cortegana

  • David de Miranda y Román cortan cada uno tres orejas y salen a hombros

  • El diestro triguereño no se resintió de su lesión de vértebras y Albacete es ya su objetivo

David de Miranda y el valenciano Román dirimieron ayer en Cortegana ese mano a mano que servía como reaparición para el torero triguereño después de esa semana de vaivenes médicos tras el percance de Almazán. Con tres orejas saldaron cada uno la disputa torera sobre el ruedo. Prácticamente a estocada por toro y generalmente bien colocadas. Sobral echó una corrida bonita, variada de pelos que cubre el expediente en forma de nobleza, clase y escasez de fuerzas en sus tres primeros toros y con menos cualidades los dos últimos, parados y sobre todo reservón y rajado el que cerró festejo. Vistas así as cosas hay que decir que de los malos Miranda se llevó dos.

A punto de un repique la lluvia con el cielo dejándose notar en forma de redoble y nubes cárdenas en el horizonte haciendo recordar ese chaparrón que dignamente mojados nos dejó a todos el año pasado. Desmontada la presencia de Ureña, Román vino a hacer c compaña en el paseíllo a Miranda, restablecido lo suficiente como para soportar una lesión de vértebras que no ha desaparecido pero que tampoco se notó de cara al público.Estuvo solvente el valenciano frente a su lote aprovechando la noble condición del que abrió plaza al que llevó muy embebido en el capote dejando variedad y ajuste en ese recibo capotero. Tomó vuelo la muleta frente a esa justeza de fuerzas pero una innegable voluntad por embestir bien del de Sobral. Por los dos pitones ayudo Román a enseñar clase al animal. Le echó salero el torero a su labor y el tendido le compró ese compromiso al valenciano.

Frente al tercero, el toro más completo del festejo, Román volvió a torear bien de capote y con la izquierda llegaría a fraguar lo más interesante de una tarde haciendo honor a la buena condición del toro. La estocada a ley y en su sitió avaló todo el conjunto. Después frente al quinto, un toro muy berreón, sin acabar de entregarse ni humillar el valenciano había logrado aunar un meritorio conjunto al que la espada se llevó por delante.

Aun con la nobleza a cuestas al segundo de la tarde le costó más entregarse en la muleta de Miranda. Le aguantó el torero con el capote ese picantito que traía de salida y compuso con la muleta una labor llena de disposición torera para recoger con la muleta siempre puesta una embestida que había enseñado la impecable brega de José Antonio Muñoz. Faena importante por ambos pitones donde la quietud le añadió belleza al muletazo. Faena de clase ante un toro que a pesar de lo parado que parecía tenía dentro un carboncito distinto a la nobleza del primero. Estocada hasta las cintas y dos orejas justas.

Sacó más dificultades que buen son el precioso ensabanado que hizo cuarto y al que Carbonell le dejó encima un puyazo de mérito. De uno en uno tuvieron que ser las series porque el animal no se tragaba ese señuelo que la muleta del torero enseñaba tratando de enlazar la serie. Por la izquierda no dejó posibilidades el de Sobral, complicado y sin pasar. David le echó pinturería al trasteo y suyo es todo el mérito de lo que aconteció sobre el ruedo porque él fue quien empujó definitivamente el viaje del burel.

Para apuntalar aun más la realidad de lo que le dejó el sorteo el sexto se encargó de enseñar su condición de rajado y reservón. Ni uno tuvo el morito y de los que intentó el torero siempre llevaron la impronta de poder echárselo a los lomos. Así que con la lluvia a punto de un repique lo más sensato fue finiquitar con solvencia una espada que afortunadamente David ha demostrado tener a punto. Eso y un estado físico que nuevamente le pone en órbita en la temporada y con la mirada fija en la prestigiosa feria albaceteña.

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