Toros

Curro Durán: Quiero inaugurar el próximo año la plaza de toros de mi pueblo"

  • El diestro utrerano, actualmente retirado, conmemora en la temporada 2008 las bodas de plata como matador de toros

El diestro utrerano Curro Durán cumple un cuarto de siglo de una de las alternativas más lujosas de las últimas décadas. Nada menos que Curro Romero y Paco Ojeda en una efeméride que tuvo como marco la Maestranza sevillana el 16 de abril de 1983.

-¿Cómo vive en su jubilación?

-Atiendo mis negocios, máquinas expendedoras. Pero me cuido y sigo vinculado al mundo taurino. Hasta el año pasado, antes del cambio de apoderado, acampañaba a Luis Vilches. No ha llegado la ocasión para dedicarme más de lleno a una de las facetas de la Fiesta. Pero voy al campo y me entreno. De hecho, quiero inaugurar el próximo año la plaza de toros de mi pueblo.

-¿Qué le llevó a hacerse torero?

-Desde chico tuve esa vocación, que luego exterioricé. No había antecedentes en mi familia, pero desde niño toreaba con un trapo en casa. Mi padre me llevaba de la mano a la Feria de Utrera y a mí me llamaba la atención el traje de luces y la admiración de la gente para con los toreros. Para mí, cualquiera de aquellos chavales que yo veía en las novilladas era como un dios. Luego, el picador Antonio Saavedra, cuando era novio de mi hermana, me llevó a El Toruño, donde me hice torero. La primera vez que me puse delante de una becerra tenía 15 años. Me planteé llegar a figura del toreo. Además de por vocación, para labrarme un futuro y escapar del campo, el sustento de mi familia, donde ha trabajado siempre.


-¿Cómo vivió esos comienzos?

-Fueron difíciles, muy difíciles. Era difícil el que te ayudara nadie. Hasta que un año Paco Dorado me puso en 10 ó 12 novilladas sin picadores. Me llevó varias temporadas como novillero. Una fecha clave fue el 15 de agosto de 1981. Estaba ya sin apoderado y Manolo Lozano, que me había puesto en Chinchón, vino a verme a Sevilla. Corté una oreja a cada novillo y en el segundo me pidieron la segunda. Ese año gané el trofeo de La Tertulia los 13 y Lozano me firmó un contrato de apoderamiento por dos años. En el 82 toreé 57 novilladas, quedé primero del escalafón y salí a hombros dos veces en Barcelona, y en Valencia, Sevilla, con Puerta del Príncipe, Zaragoza y Nimes.

-Y al año siguiente, alternativa de lujo.

-En Sevilla, con Romero y Ojeda. Cartel de No hay billetes. Corté una oreja a cada toro. Al año siguiente fui el triunfador de San Isidro y me sirvió para meterme en todas las ferias de España y me abrió las puertas de América. Cambié de apoderado y me llevó Antonio Ródenas. Vino un periodo en el que perdí velocidad y en el 87 volví con Lozano. Confirmé en la México, salí a hombros y me convertí en el triunfador de la temporada en México, donde tuve un gran ambiente.

-¿Cuáles fueron los éxitos clave?

-La salida a hombros el 28 de mayo de 1984 en Las Ventas, en una corrida que toreé con Manzanares y Ojeda, toros de El Campillo. La Puerta del Príncipe, de novillero, el 19 de junio de 1982 en Sevilla, con un novillo de Núñez. Y en plazas importantes, la salida a hombros de la México el 31 de mayo de 1987. En esas tres ocasiones me llevé todos los trofeos.


-Independientemente de éxitos, ¿qué faenas le dejaron interiormente más huella?

-Recuerdo una faena en Guadalajara, de España, a un toro de Garzón en la que rocé la perfección de lo que yo quiero expresar; otra importantísima, en El Puerto, a un toro de Murube, al que corté las dos orejas tras varios pinchazos y la de México a un toro de Xajay.

-Me ha hablado de que hubo un momento en que pierde velocidad ¿A qué se debió?

-Fue con el cambio de apoderamiento. Estuve tres temporadas toreando con todas las figuras. Luego, no salieron las cosas como decían que iban a ser. No salieron como pensaba, también por la falta de experiencia. Y luego, corridas que no embisten.


-¿Cuál fue el tributo?

-Afortunadamente, gracias a la Virgen de la Consolación, me escapé. No me dieron ni una cornada. Únicamente, dos costillas lesionadas en México.

-En el 99 llegó la despedida en Sevilla ¿Por qué?

-Llevaba varias temporadas en las que toreaba muy poco. Los dos últimos años no había venido a la Feria de Abril. En el 99 me dieron la oportunidad de torear. Fue una corrida de Gavira. Las cosas no salieron muy bien. Sobre el papel lo de Gavira embestiría. No sucedió como quería. Y ya no toreé más.


-¿Consiguió en su carrera lo que quería?

-Fui figura del toreo, estuve en buenos carteles, me respetaron y gané dinero. En vez de tres o cuatro años me hubiera gustado estar ahí, en esa situación, durante una década. Pero estoy satisfecho sobradamente. Salí de la nada y tengo una posición social.

-Por último, ¿cómo fue su toreo?

-Debe ser la prensa y el público quien lo considere. A mí me gustaba torear de largo, con pureza, temple y profundidad. Y creo que en mis tardes buenas lo conseguí.

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