Toros

Castella se lleva en Madrid una oreja donde había tres de verdad

  • Una buena corrida de toros de los hierros de Victoriano del Río deja en evidencia a la terna, sobresaliendo tres astados que fueron aplaudidos en el arrastre

Toros. De Victoriano del Río, el sexto de "Toros de Cortés", de buen juego salvo el incierto primero, y el mansurrón y tercero. Aplaudidos segundo, cuarto y quinto, éste último un gran toro. TOREROS: El Fundi, casi entera y cuatro descabellos (silencio); y pinchazo y estocada (pitos). Sebastián Castella, trasera y desprendida, (oreja); y pinchazo, media desprendida y descabello (ovación tras dos avisos). Miguel Ángel Perera, casi entera caída (silencio); y dos pinchazos y casi entera (silencio). Incidencias. Lleno.

Una gran corrida, aún con sus matices, de Victoriano del Río tuvo un pobre balance para la terna a pesar de la oreja que se llevó Castella, de poco peso dada la escasa consistencia de la faena.

La primera faena de Castella tuvo su momento álgido en el tercio de quites, en duelo con Perera, que intervino primero en su turno por arrogantes y temerarias gaoneras, replicándole a continuación el francés con unas saltilleras también de mucho ajuste y emotividad.

Mas no pasó la cosa de ahí. No tuvo la faena la rotundidad que se esperaba en base a la calidad del toro. Anduvo Castella demasiado encima y, aunque hubo también emoción por el aguante en una primera serie a derechas, pronto se vino aquello abajo, al ahogar la embestida y dejarse enganchar mucho los muletazos. Faltó limpieza. Acertó en la suerte suprema a la primera, y murió el toro, sí, pero por llevar mucho tiempo la espada dentro. Una muerte penosa por no intervenir con el descabello por temor a fallar. El público no se lo tuvo en cuenta.

Lo de Castella fue todavía peor al dejarse escapar el toro de la tarde, el quinto, al que pinchó en el último momento, pero no fue ésa la razón para no cortar la oreja, sencillamente no lo había cuajado en lo fundamental.

El prólogo, lo más rotundo, a base de dos por alto, uno por detrás, un remate abajo, el de pecho y un molinete con la muleta sin armar arrebujándose una barbaridad con el toro. Todo eso sobre la marcha, en un sólo pasaje, sin interrupciones ni pausas, estrechándose cada vez más el espacio entre toro y torero hasta hacer prácticamente imposible vaciar la última embestida.

Ahí crujió la plaza. Y en una primera tanda en redondo que también tuvo usía. Perfecta sincronización de toro y torero. La vista en la Puerta Grande.

Ya estaba definitivamente catalogada la calidad del astado. Faltaba sólo el esfuerzo, la continuidad por parte del torero, que otra vez no fue capaz. El toro, gran toro, a más, y el torero a menos. Le costaba ponerse en el sitio para ligar los pases. Sonó un aviso antes de buscar la igualada, y otro más cuando ya estaba hecho un lío con los aceros. Mal Castella.

Perjudicado también por la importancia de un gran toro, en este caso el cuarto, El Fundi. Toro importante y el torero, descentrado. En el que abrió plaza, toro incómodo, estuvo más justificado que saliera el torero del paso.

Perera pechó con el lote menos apto. Su primero fue el garbanzo negro, muy incómodo por su falta de raza y de fuerzas, y el último tampoco se dejó. Pero estuvo también el extremeño demasiado frío.

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