Crónica de la segunda corrida del abono

Buen inicio, tedio y mejor final

  • Oliva Soto al primero y Ángel Jiménez al que cerró plaza cortaron una oreja por coleta

  • El encierro de Virgen María y Santa Ana evidenció más genio que bravura no dando posibilidades a toreros sin apenas posibilidades

Ángel Jiménez toreando con la muleta el sexto toro de la tarde.

Ángel Jiménez toreando con la muleta el sexto toro de la tarde. / Juan Carlos Vázquez

Sobrevolaba un inoportuno helicóptero la plaza y la corrida, que había arrancado con síntomas esperanzadores, fue despeñándose por la pendiente del aburrimiento por un juego descastado y rayando en la invalidez de los toros de Virgen María y de Santa Ana. Pero lo que bien empieza hay veces que acaba bien y si el camero Oliva Soto había estado por encima de Oropéndolo para cortarle una oreja, el astigitano Ángel Jiménez lograba la faena con más clase de la tarde con Oropéndola, que vaya casualidad que salgan dos toros de nombre tan parecido y de distintos hierros.

Se lidiaban cuatro toros de Virgen María y dos de Santa Ana, dos hierros conformados por sangres variadas y que ya enseñó la patita con el sobrero que Morante apechugó el Domingo de Resurrección. Estábamos ante un cartel de poco nombre, pero que llevaba el sello siempre ilusionante de oportunidad para unos toreros que no tienen ocasión de mostrar con un mínimo de frecuencia sus posibilidades. Cartel de seis toreros sevillanos que formaban los cameros Oliva Soto y Esaú Fernández, dos de Espartinas como son los hermanos Javier y Borja Jiménez, un sevillano de la Plaza Nueva y un astigitano que despierta muchas ilusiones.

Oliva Soto se encontró con un toro que iba y venía para cuajarlo a la verónica desde el tercio a la boca de riego. Brinda a la plaza y muestra buena disposición en una serie de derechazos para sacar el toro a los medios. Ganándole terreno fue haciéndose con el animal, calienta a los tendidos y suena la música, señal aparentemente inequívoca de que estábamos ante una tarde prometedora. Muletazos con empaque, algunos de frente llevándolo muy atrás y el toro tarda en doblar, por lo que suena un aviso. No es obstáculo eso para que el camero pasee una oreja.

Oliva Soto pasea el trofeo conseguido en su regreso a la Maestranza. Oliva Soto pasea el trofeo conseguido en su regreso a la Maestranza.

Oliva Soto pasea el trofeo conseguido en su regreso a la Maestranza. / Juan Carlos Vázquez

Tras él, un paisano, otro torero de la feroz Camas. Esaú tiene reconocida una cualidad que es la de poder con cuantos toros le salen de chiqueros. A ese toro le hace un quite de mucha calidad Javier Jiménez. El toro muestra más genio que bravura y embiste con la cara por encima del estaquillador. Es una pelea la de torero y toro con transmisión, pues se unen el genio del morlaco y el poder del camero. Todo acaba en arrimón y en una estocada tendida precedida de un pinchazo, por lo que el premio queda en ovación y saludos.

A renglón seguido entra en escena Javier Jiménez y ese buen quite en el toro anterior se ve superado por un recibo de verónicas despaciosas, jugando muy bien los brazos y ganándole metros al toro en cada lance. Le replica su hermano Borja con pinturería. Brinda a Espartaco y el toro se descubre como que tiene peligro por el izquierdo con coladas espeluznante. El toro va complicándose y él está por encima, pero dos pinchazo y una estocada desprendida deja todo en saludos.

Borja, su hermano menor, torea con sevillanía, pero no encuentra colaboración en Maleado, José Chacón se luce en banderillas, brinda el toro a su hermano Javier y todo arranca con buen toro con la diestra, pero el toro va quedándose hasta clavarse en el albero y sólo de uno en uno admite pases. Estocada tendida y más saludos.

Reaparecía Lama de Góngora, ese torero de la Sevilla eterna que nos hizo soñar en una noche de verano sin caballos y con Puerta del Príncipe. Bien a la verónica, el toro derriba con estrépito al caballo que monta José María Díaz, la lidia se desordena, hay demasiados capotazos y no todos como debieran. Y el toro, un burraco con cerca de seis años de edad se para demasiado pronto, por lo que no puede brillar el brindis a José Chacón. Lama se desabrocha el chaleco, lo intenta todo y hasta hay sitio para el acoplamiento. Pero estamos ante otro pozo seco que Lama zanja de Estocada y descabello al segundo intento. Nuevamente, ovación y saludos desde el tercio.

Pero cuando dábamos por hecho que la corrida no daría algo de sí surgió el astigitano Ángel Jiménez para alegrarnos las pajarillas y demostrar una vez más que mientras quede un toro en chiqueros hay posibilidad de enderezar las cosas. Y vaya si las enderezó este ecijano de toreo agitanado con un toro que mostraba mucha clase y la fuerza justita. En redondos y naturales enjaretó una buena faena que nos curó del tedio que había traído el envío ganadero. Lo mató a ley y le cortaba una oreja para demostrar que lo que bien empieza debe acabar bien o muy bien.

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