Toros

Abellán, único trofeo en festejo de escaso brillo

  • El madrileño, infiltrado por una lesión de abductores, realizó una faena desigual

Después del aperitivo con una novillada y un festejo de rejones sin ruidos, comenzaron las corridas de la Feria del Toro con esa fuerza desatada y estruendo que aportan las peñas, de manera incansable, con sus charangas y canciones durante cada espectáculo, desde que salta el primer toro hasta que arrastran al último. La corrida de Torrestrella, de dispares hechuras, bien armada y de variado y precioso pelaje, ofreció un juego desigual.

De la terna compuesta por Antonio Ferrera, Miguel Abellán y Daniel Luque, el segundo cortó la primera oreja por un matador de toros en estos Sanfermines por una faena desigual. Sucedió en el quinto astado, su segundo toro, coronado por dos generosas perchas que miraban al cielo de Pamplona. Un burel de pinta negra que embistió con franqueza. El madrileño, que volvió de la enfermería infiltrado por una lesión de abductores, que se produjo al entrar a matar a su anterior astado, realizó una faena desigual. Los mejores momentos se sucedieron con la diestra, especialmente en una tanda con ligazón. Un desarme quebró en dos la labor, que cerró con unas arriesgadas manoletinas. Mató de estocada defectuosa y paseó cojeando el premio concedido.

A su anterior toro, el segundo, un precioso ensabanado, alunarado, capirote y calcetero, noble, pero carente de fuerzas, Abellán lo recibió con una larga de rodillas junto a tablas. Y de hinojos remató con una media un manojo de verónicas. En la faena, que comenzó de rodillas, faltó emoción ante un astado que perdía las manos.

Muy cerca estuvo de conseguir premio el sevillano Daniel Luque en el que cerró plaza, otro buen toro, imponente, a tres kilos de los seiscientos, con cuerna playera y nobleza, aunque le faltó humillar tras las telas. El gerenense realizó un trasteo, con ambas manos, bien planteado técnicamente y en el que siempre intentó alargar las embestidas. En tarde en la que la función iba a estocada por toro, el diestro añadió dos descabellos a la estocada, lo que enfrió al público.

Con el tercero, sin entrega y algo incierto, la labor de Daniel Luque resultó fría y técnica y no caló en los tendidos.

Antonio Ferrera, al que le faltó más lustre y ajuste en el tercio de banderillas, fue silenciado en su lote. Se las vio en primer lugar con un burraco, cornilevantado, de enormes velas y escaso cuello, que se movió con nobleza. Ferrera no llegó a confiarse y el público acogió el esfuerzo con la indiferencia del silencio.

El cuarto, bastote, colorao, se quedó siempre corto en sus embestidas. La labor de Ferrera, muy extensa, resultó insulsa al carecer de ligazón y emoción.

En la primera corrida de toros de esta edición sanferminera, un esforzado Miguel Abellán, al conseguir el único trofeo, dio el titular para un festejo que transcurrió sin apenas emociones y con escaso brillo artístico.

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