La TV tras el Telón de Acero

La pantalla del fracaso comunista

  • Propaganda, censura, "odio y mentira" de los disidentes y escaso margen para la innovación: las cadenas del Este no pudieron ocultar que su sistema se resquebrajaba. En los países donde la TV nació bajo una dictadura, como en España, las cadenas públicas sufren el lastre del control de los gobernantes

Los peluches del infantil 'Buenas noches, niños', en la TV de la URSS de los años 70

Los peluches del infantil 'Buenas noches, niños', en la TV de la URSS de los años 70 / TST

Der Andalusische Rebell, Curro, el Andaluz Rebelde, no debía de ser una de las distracciones de Angela Kasner, que por entonces, en 1983, se estaba divorciando del señor Merkel y se centraba en su tesis de química cuántica. Pero sus paisanos germano-orientales estaban encantados, entre medalla y medalla olímpica, con este antisistema español que se las veía con los invasores franceses y el orden de la ley.

Mientras en la Alemania Federal gustaban las series de policías tipo Starsky y Hutch; en la Democrática gustaban más los bandidos como el británico Dick Turpin y Curro Jiménez. Sancho Gracia se hizo muy popular en Checoslovaquia, Hungría o en la RDA, donde los episodios se dividieron entre El Andaluz Rebelde, Curro continúa luchando y Curro no se rinde. Todo un mensaje de esperanza para esos años 80 en los que el régimen de Erich Honecker derivaba en una decadencia implacable.

A Sancho Gracia lo veían además en el segundo canal de la DFF (Deutcsher Fernsehfunk) con Fernfahrer (Abentuer auf Spaniens Strassen), Los camioneros, en 1985, más de doce años después de su estreno de España.

Televisión en la DDR. Publicidad

En la RDA, anegada por las deudas, vivían sin anuncios en un mundo vintage, un par de décadas por detrás de Occidente. El coche fantástico fue el último gran estreno de la DFF, cuando ya cayó el muro. Con el intercambio que hacía TVE con Curro Jiménez conocimos del más allá al caballo polaco Karino, los conejos checoslovacos Bo y Bobek, al Doctor Búho, y en la tarde los lunes del 81 una serie de la RDA, Fantasmas bajo la noria, versión casera de Westworld con tres monstruos escapados del parque de atracciones de Berlín. Porque todo el mundo quería escapar de Berlín y si no, se escapaban con las telenovelas Los ricos también lloran o La esclava Isaura y esos doblajes de una voz por encima de la de los actores en idioma original.

Una azafata de la cadena DFF Una azafata de la cadena DFF

Una azafata de la cadena DFF

Sin que hicieran falta los audímetros, los alemanes del este no veían tanto las cadenas de su república como las del otro lado. La ARD (actual Dar Erste, la Primera) y la ZDF, la segunda, se captaban en casi todo el territorio salvo en dos zonas cercanas a Polonia y Checoslovaquia cuyas antenas no daban para más. Las ciudades donde no veían la TV de la RFA terminaron llamándose Tal Der Ahnunglosen, El Valle de los Desorientados, porque quedaban ajenas de las tendencias del capitalismo, los spots y las series de EEUU.El régimen comunista de la DDR además de las clases televisivas escolares de ESP (Introducción a la Producción Socialista; en España fue Formación del Espíritu Nacional) también intentaban convencer a sus vecinos de esa intoxicación foránea en sus dachas con un programa nocturno semanal, Der Schwarze Kanal, El canal negro, donde combatían contra las fake news de la otra Alemania.

Televisión en la DDR. El canal negro. Der Schwarze Kanal

“Odio y mentira” pronunciaba Karl-Eduard von Schnitzler desde 1960. El logo era un águila con los colores del II y el III Reich. Porque en las cadenas comunistas cualquier mera discrepancia se tilda de forma automática de fascismo y nazismo. Al caer el muro lo primero que cayó a continuación fue este programa.

Karl Eduard von Schnitzler, el defensor contra las 'fake news' lanzadas desde Occidente Karl Eduard von Schnitzler, el defensor contra las 'fake news' lanzadas desde Occidente

Karl Eduard von Schnitzler, el defensor contra las 'fake news' lanzadas desde Occidente / DFF

En plena reconstrucción tras la guerra la televisión de la RDA se adelantó en cuatro días a la inauguración de la cadena de la RFA, aprovechando además que el 21 de diciembre de 1952 era el día de Stalin. El régimen de la Alemania Democrática no sabía muy bien qué hacer con el invento porque la radio era más individual, más dirigida y dada a lo transcendental y propagandístico.

Tal como sucedería con el Circuito Federal Soviético, primer canal de la TST, la fórmula eran informativos totalmente entregados al oficialismo, la censura y la propaganda; espacios infantiles; contenidos de doctrina; y cultura exquisita en la noche: ballet, música clásica, debates sesudos (único margen para la crítica) o representaciones teatrales, incluidos monólogos. La TVE del franquismo no era por entonces demasiado diferente a una del Telón de Acero en su parrilla. Lo que la diferenciaba en el desarrollismo de los 50 y 60 eran las pausas publicitarias o las películas y series estadounidenses. Ypartidos ligueros más animados. En las televisiones del Este los anuncios hablaban de los proveedores y de campañas estatales. El crecimiento económico de un bloque frente a otro fue crucial en la imagen que daban los canales de una y otra parte y lo que se percibía en los hogares.

Con el avance en las retransmisiones se hicieron más frecuentes y aparatosas todas las manifestaciones multitudinarias, con los desfiles militares y exhibiciones gimnásticas y de adhesión que aún aparecen por China, Cuba y Corea del Norte. A TVE la llegaron a salvar la disidencia de los innovadores, a través de la amenidad o de la divulgación, abiertos a la influencia internacional de su entorno. De ahí que sean tan importantes para la evolución social española programas como El hombre y la tierra, Señoras y Señores, Un, dos, tres o Informe Semanal.

Las televisiones comunistas no querían (o no podían, y al final ya no sabían) ser permeables a la innovación. Y los paisanos, mentalizados en ese asfixiante confinamiento, escapaban sintonizando los canales de Alemania, Italia, Finlandia o Grecia. Así, los yugoslavos, búlgaros, húngaros o checos huían en sus casas de las directrices de los regímenes.

En Rumanía, donde no se captaba nada de por ahí, estrenaron la televisión el 31 de diciembre de 1956, para ofrecer sólo una película (ojo al nombre), Una noche de tormenta, y cumplir así a rajatabla con los planes quinquenales. No volvió a emitir hasta pasados unos meses y para los pocos televisores de la cúpula del régimen, tal como sucedía en el nuestro.

La televisión era un juguete del poder, una herramienta para influir o domesticar. El aparejo en casa del que manda y a día de hoy en los países donde la televisión nació bajo una dictadura las cadenas públicas siguen sufriendo ese lastre. En Polonia estrenaron la primera cadena privada incluso antes de la caída del Muro (Ursynat, 1987) e incluso antes que en España. Los paisanos del por entonces Papa se reían con Telexpress, emblemático espacio satírico tipo El intermedio de la TVP.

Para disuadir la avalancha occidental las cadenas del Telón de Acero optaron por el sistema francés de color SECAM, incompatible con el PAL. Pero al público no le importó seguir viendo el Oeste en blanco y negro.

Los coros y danzas y similares (el amansamiento de las señas populares dentro del encorsetamiento oficial) también llenaban las noches rojas. En la Rumanía de Ceaucescu las panderetas eran insalvables. En los tiempos del pseudoaperturismo en la Televiziunea Româna (TVR) también abundaban los documentales de naturaleza de la BBC, único género de prestigio que podía importarse.

Con la debacle económica, sin divisas y con los rumanos confinados en casa, en 1985 la programación del único canal de TVR (hubo que cerrar el 2) era de dos o tres horas diarias, con unos contenidos limitados al Telejurnalul, con muchas imágenes del dictador y su familia, y un ratito de folclore. Alguien entendió que podía ser buena idea traer series estadounidenses para mostrar los males del capitalismo y la emisión de Dallas produjo el efecto contrario. En la plataforma Filmin se puede ver el inclasificable documental Hotel Dallas, sobre un recinto en la ciudad de Slobozia que reproduce el rancho de Southfork. Tal fue la fascinación por J.R. que los millonarios del petróleo contribuyeron en la desesperación de los rumanos a precipitar el sangriento ‘cese’ del omnipresente Ceaucescu.

La adoración al líder es lo típico de las cadenas de regímenes totalitarios. En la TST soviética se convirtieron en un espacio de entretenimiento las charlas del general Zhúkov, héroe de la Segunda Guerra Mundial. Hubo discursos de Fidel Castro de más de 7 horas.

 

Televisión en la URSS. Programa Buenas noches, niños.

La infancia de la URSS, con cuatro canales aburridos, tenía su momento mágico del día antes de irse a la cama con las marionetas de Spokoynoy nochi, malyshi!, Buenas noches, niños, que a día de hoy siguen contando historias entre noticias y el tiempo.

Los peluches del cerdito Khryusha y la liebre Stepashka son la traslación de Barrio Sésamo, aunque comenzaron en 1964 cuatro años antes que sus colegas estadounidenses con el mismo mensaje de fraternidad e ingenuidad. La conceptual animación (en especial la de Checoslovaquia) de los estudios de estos países, en su mayoría mudas, aportaban gotas frescas en estas programaciones. Fueron espejismos excepcionales en parrillas rígidas. Koniec.

TV en la URSS. Buenas noches, niños. 1977

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