Lleva meses guardada en un cajón, aunque Telecinco parece que ha escogido el mejor momento para estrenar la miniserie de Salvador Cano que cuenta los momentos de gloria y la caída hasta los infiernos del banquero Mario Conde, un biopic protagonizado por Daniel Grao que saca a relucir las tramas y corrupciones políticas de la España de los años 80 y 90.

-Se lanza al mundo de las TV movies interpretando a un personaje que todo el mundo conoce y que, encima, sigue vivo. Vaya responsabilidad.

-Así es. Cuando me lo propusieron, al principio pensé ¿y eso cómo se hace? Pero cuando supe que me ponía en manos de Salvador Cano, con el que ya había trabajado en algún capítulo de Sin tetas no hay paraíso, me sentí seguro y entendí que había maneras de hacerlo bien. Salvador siempre tuvo claro que no haríamos una imitación del personaje, aunque es cierto que hay una parte de él que me posee. Al final te quedas con el gesto pero no con la caracterización. Exprimes la esencia del personaje, como cuando te preparas uno de ficción.

-¿Ha tenido que bucear en hemerotecas para entender mejor qué pasó con Mario Conde?

-En cierto modo sí. Pedí que me pasaran las entrevistas que le hicieron en la época para ver su reacción y poder entender mejor el contexto. Pero lo que más datos me ha aportado ha sido su libro. Hay secuencias que son calcadas porque en el libro no sólo te narra el hecho sino cómo se sentía él por dentro, qué le pasaba por la cabeza. Por eso ha sido un material de primera mano para mí.

-Tiene más o menos la misma edad que cuando Mario Conde fue nombrado presidente de Banesto. ¿Ha llegado a ponerse en su situación?

-Tener la misma edad que él cuando llegó a lo más alto, me ha facilitado ciertas cosas a la hora de meterme en el personaje, pero también me ha asombrado hasta dónde fue capaz de llegar con 39 años.

-La economía es un tema demasiado denso como para que sea el fondo de un biopic. ¿Cómo lo han hecho para que sea un asunto digerible para el gran público?

-El primer capítulo de la miniserie es un poco a modo de presentación de los personajes y en el segundo, que para mí es el más interesante, es el de la cuenta atrás, el de la intervención de Banesto. En este último sí hay más cuestiones económicas, pero se hacen accesibles a través del guión. No obstante, Salvador quiso que se mantuvieran ciertos términos económicos para darle a la miniserie un toque de thriller económico; casi como una película de cine negro. Eso lo hace más atractivo.

-¿Qué es lo que más le ha llamado la atención del personaje?

-Sobre todo, su rapidez mental y su disciplina. Es una persona que cuando se ha fijado un objetivo no ha parado hasta que lo ha conseguido. Es incansable y no hay nadie que le pueda parar los pies.

-¿Le ha marcado tanto como para llevar esa máxima a su vida real?

-De todos los personajes se aprende algo. La ambición es positiva, pero también le ha hecho desatender emocionalmente a los que más quiere. No creo que yo esté dispuesto a tanto, la verdad.

-¿Por qué nos va a sorprender este biopic?

-Porque es muy escandaloso. Es más, te diré que cuando me llegó el guión en algunas escenas pensé ¿y esto se puede decir así? ¿No tendremos problemas legales? La miniserie no deja títere con cabeza y lanza fuertes acusaciones sobre dirigentes políticos, y algunos de ellos todavía están en activo.

-Qué interesante.

-Así es. Y además, no está tratado ni de forma rosa ni amarilla. Es un trhiller con personajes reales y del país, por eso cuando oyes lo que oyes de Mariano Rubio, Felipe González, Aznar... los chanchullos de los grandes grupos de comunicación con los políticos... son temas que no dejan de sorprenderte

-¿Y cree que Mario Conde estará frente al televisor?

-Espero que sí. Él ya la ha visto y me llamó para hablar conmigo.

-¿Y?

-(risas) Me felicitó.

-Tengo entendido que hasta le prestó ropa e incluso en el rodaje hubo gente que le confundía con él...

- Así es. Durante el rodaje nunca hablé con él pero sí, y mucho, con su secretaria, Paloma, que fue quien me orientó a la hora de meterme en el personaje e incluso me chivó algunos de sus tics.