Los ojos estaban puestos en Mercedes Milá. Cómo estaría, qué diría, cuáles serían sus primeras palabras eran algunas de las preguntas que rondaban en la cabeza de los telespectadores tras el arranque de la última gala de Gran Hermano 12+1. Porque somos así, porque estamos acostumbrados al morbo, la mayoría nos quedamos sin palabras cuando vimos a una Milá dicharachera, a la gresca con realización y mandando mensajes a sus fieles, los que están ahí y vieron como la presentadora dio una lección de profesionalidad, conduciendo un plató y una gala que se metió a la audiencia en el bolsillo a pesar de haber perdido a su padre unas horas antes. Tampoco quiso hacer como que no pasaba nada y eso le honra. Qué mejor que ponerse una chupa como homenaje y dar un abrazo a las personas que le han apoyado en estos momentos dolorosos para ella y su familia. Pero la gala tenía que continuar. Una expulsada, unas nominaciones peculiares y la entrada a la casa de dos concursantes marcaron una noche que acabó siendo bastante intensa.

Dani y Berta son los nuevos grandes hermanos y prometen sorpresas. Tanto uno como otro responden al perfil de concursante de reality. Él es el típico chaval con un punto friki encantador y ella la niña mona que acaba robando algún corazón o levantando suspicacias entre sus compañeras. Ambos tendrán que vivir esta primera semana en una caravana como parte de la prueba semanal. Eso sí, no robaron el protagonismo a las relaciones que empiezan a surgir dentro de la casa ni a la expulsada de la noche, Ochoa, a la que echaron con un abrumador porcentaje. La semana que viene se tendrá que despedir del concurso Juan, Noemí o María la jerezana, los tres nominados.