Charlie Bucket, un niño de una familia muy pobre, resulta ganador, junto a otros cuatro de un regalo deseado por millones de personas: visitar la fábrica de chocolate dirigida por Willy Wonka y su equipo de Oompa-Loompas. Burton adaptaba la literatura de Roald Dahl saltándose la versión de Mel Stuart (la del fallecido Gene Wilder), llevándose este cuento moral a su terreno, cada vez más dado a lo gótico y lo histriónico.

Segunda y avejentada entrega de la taquillera saga que tiene como protagonista al teniente John McLane, de la Policía de Los Ángeles. Éste se ve ahora envuelto en un suceso terrorista mientras espera la llegada de su esposa en el aeropuerto de Dulles de Washington. Un grupo mercenarios comandados por un ex militar (aquí un Nero que se antojaba exótico), toman las instalaciones con el fin de frenar la extradición de un peligroso dictador, al que se considera el mayor narcotraficante del mundo. McLane, como es su obligación, se liará a mamporros y tiros contra estos terroristas. La saga decaería, y mucho, en las sucesivas entregas con un Willis fondón. s

Aparatosa, infantiloide y desbordada por los efectos especiales, con un puñado de rostros estelares con poco que aportar. Dos razas de robots extraterrestres transformables (los villanos decepticons y los amistosos autobots) llegan a la Tierra en busca de una misteriosa fuente de poder. En la guerra que estalla, los hombres toman partido por los "autobots". Sam, un adolescente, que sólo desea conquistar a Mikaela, se convierte en la clave de la batalla.

Tantas estrellas reunidas en el título no deben ocultarnos una endeble historia y un producto audiovisual descafeinado y átono. Un joven cuya familia es secuestrada durante unas vacaciones en España (vaya) dispone solamente de unas horas para resolver el problema. Antes tendrá que desentrañar un oscuro secreto de su padre. Al tiempo que intenta rescatar a los suyos descubre una conspiración en las cañerías del Estado. Un exceso sin cuerpo ni gancho.