Visto y Oído

Antonio Sempere

Felicidad

Si hace 20 años había 40.000 fieles del cine independiente ahora no llega ni a 5.000

Miro la sinopsis de Samanta y…, el programa que conduce que mínimas variaciones en su título desde hace varias temporadas la periodista Samanta Villar en Cuatro. "Samanta se atreve a vivir las experiencias más peculiares para mostrar la realidad de los temas polémicos de la actualidad". Tema del día: "Samanta y la felicidad". Al grano. Resulta que la otrora aguerrida reportera tiene como una de sus grandes sueños participar en un musical como Dirty Dancing. Y allá que se va al teatro a realizarse. A que su chico pareja de baile, héroe de la función, la suba bien alto mientras ella levita de felicidad. Porque la cosa va, no lo olvidemos, de la felicidad.

La cosa está muy malita. En el cine, el teatro, las artes escénicas, la literatura, y hasta en el modo que tiene la televisión de acercarse a ellas. Que un documental sobre la familia Gutiérrez-Caba, una entrevista a Andrés Barba a Luis Bermejo o a Ariadna Gil hablando sobre su adaptación de Vania de Chéjov no interese ni al 1% es habitual.

Pero es que voy más lejos. Si el cine recauda cien millones al año, un poner, más de 90 son de películas de las majors. Lo mismo que ocurre esta semana con la saga galáctica, que invade 4 ó 5 pantallas de una multisala, ocurre el resto del año. Y el cine europeo o latinoamericano, el cine independiente, es cada vez cosa de menos gente. Si hace 20 años lo veíamos 40.000, ahora nos estamos quedando en 5.000, y a la baja. En provincias, hace 30 años, las obras de teatro estaban en cartel de jueves a domingo. Ahora hacen un bolo, y dando gracias. Y no leemos nada que no esté en el móvil. La gente compra libros para regalar. Oigo conversaciones en los mostradores de las librerías que estremecen. Estamos rodeados de millones de Samantas.

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