Eurovisión con Miki Núñez

Así es el montaje de 'La venda' (y no nos ha gustado)

  • Las perspectivas sobre la canción española no son buenas y España no eestá llamada a estar por encima de mitad de la tabla eurovisiva

El montaje con la realización definitiva para el sábado de 'La venda'

Ya se ha visto en la primera semifinal de Eurovisión la realización de La venda, la canción española, y la inmediata conclusión es que el tema de Miki Núñez, que no es un mal tipo y está sudando en la promoción, ni emociona ni empuja. Al no ser una de esas baladas intensas llamadas este sábado a ganar el festival más alicaído de la década la representación de TVE debería animar y divertir.  Y no lo hace. La venda sabíamos que no era una melodía de futuro. Ni siquiera olisqueaba a canción del verano, que era una vertiente a la que podía aspirar. Pero tampoco el montaje creado por Fokas Evangelinos, fichado para la ocasión, es capaz de rematar la faena. La venda no dice nada y sería un regalo que cientos de miles de espectadores cariñosos la pudieran colocar de la mitad de la tabla hacia arriba. Si hubiera vaticinar algo, pese a ser agorero, la vemos por debajo del 20º. La costumbre.

Miki Núñez con la cámara que enfoca al público Miki Núñez con la cámara que enfoca al público

Miki Núñez con la cámara que enfoca al público / RTVE

Y sin embargo, se mueve. La puesta en escena de La venda ha sido al menos la que con más intención se ha levantado en estos años. Se ha aspirado a crear una historia espectacular de tres minutos (muñeco olímpico del 92 incluido) y se aprovecha todo el recinto para ‘llenar’ con la canción española. Es una diferencia respecto a las pobretonas ideas de Alfred y Amaia,el gallero Manel Navarro o Barei. Algún paso adelante se ha dado pero en TVE deben discurrir más.

Al margen están siempre nuestras limitaciones geoestratégicas y la ausencia de grandes apoyos incondicionales internacionales, de los que sí disfrutarán nórdicos, balcánicos o Rusia, que entre inflitraciones y miles de kilómetros de frontreras parte de salida con un cesto de puntos del televoto, lo que siempre viene bien para aupar.

Vale, nuestra autoestima nacional no pasa por Eurovisión pero hay que insistir en que todo esto del programa más visto del año es un lucido escaparate que calibra el músculo de creación musical y audiovisual y la influencia cultural de cada país. Nuestro volumen turístico y nuestro PIBno va a alterarse demasiado por quedar arriba o abajo, pero Eurovisión aún sigue siendo una referencia sobre el lugar que ocupamos en el globo.

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