Algún día habría que comenzar a derribar a muchos de los mitos televisivos de nuestra historia. Aunque sobre gustos no hay nada escrito. Allá van algunos argumentos para quienes no comulguen con el modo de hacer televisión del recientemente fallecido realizador Sergi Schaaff. Dicho sea con todos los respetos a quien escribió durante 50 años páginas de historia de nuestra televisión. 

-No dudamos de lo avanzado que fue siempre el centro de TVE en Catalunya. Fue punta de lanza para la lengua catalana, la producción de dramáticos y otros espacios de debate, sin duda. Pero tuvo su talón de Aquiles en la puesta en escena de muchos de sus programas, pobres y desangelados como ellos solos. Como muestra un botón muy representativo, el ‘3x4’, gran éxito en las sobremesas nacionales, que tuvo varias etapas. Si se revisan los programas hoy, comprobamos cómo daba la impresión de que aquello era muy pobre, y se grababa en un plató de muy pocos metros cuadrados.  

Catálogo de programas de Sergi Schaaff

-Junto al ‘3x4’ es inevitable recordar otro espacio de la marca Schaaff de los ochenta, el concurso ‘Si lo sé no vengo’. En este caso el plató sí era espacioso, aunque los resultados más que discutibles. Compárese con las producciones que se realizaban en aquella etapa en Madrid y sáquense conclusiones. Sería interesante conocer la opinión de uno de los mejores escenógrafos de TVE, Cesc Calafell, catalán para más señas, sobre el particular. 

-‘El tiempo es oro’ está considerada una cumbre de la televisión cultural. En mi opinión, se trata de una fórmula de televisión esclerotizada, realizada con plantilla, artificiosa, inane y carente de vida. A ello contribuyó de manera decisiva el presentador Constantino Romero, que misteriosamente escondió su verdadera alma de showman y de teatrero, que años más tarde volvería a sacar en ‘La parodia nacional’ en las televisiones privadas, pero que aquí transmutó en sabio intelectual, personaje por el que caló en el público. Obsérvese el rol femenino de las asistentas del concurso para apreciar esas dosis de artificio.   

Sergi Schaaff en el plató de 'Saber y ganar'

‘Saber y ganar’, tras 25 años en antena, es el espacio más sobrevalorado de nuestra televisión. Carece de macguffin, fundamental en todo concurso que se precie. Al carecer de una mecánica lógica con planteamiento, nudo y desenlace que decida qué concursantes ganan y quiénes pierden desemboca en una ambigüedad por la que los contendientes, a base de juegos y más juegos, se pueden eternizar.  

Habría muchos más ítems que analizar. Concluimos con aquel que afecta a todas aquellas productoras privadas que, como en el caso de la creó Sergi Schaaff, trabajasen directamente para la televisión pública. Lo que permitía que miembros de una misma familia se perpetuasen en el staff. Algo muy común en la industria audiovisual.