Tecnología

El presidente de la división de Windows deja Microsoft

  • Steven Sinofsky era uno de los hombres de confianza de Bill Gates y uno de los candidatos a suceder al frente de la compañía a Steve Ballmer.

Conmoción en la central de Microsoft en Redmond: apenas un mes después del lanzamiento del nuevo sistema operativo Windows 8, el ejecutivo responsable del producto, Steven Sinofsky, abandona el gigante mundial del software. Sinofsky, de 47 años, no era un jefe de división cualquiera, sino uno de los hombres de confianza del fundador de Microsoft, Bill Gates. Se le consideraba el príncipe heredero que algún día tomaría el relevo del actual presidente ejecutivo de la compañía, Steve Ballmer.

Sinofsky llegó en julio de 1989 a Microsoft como diseñador de software y durante mucho tiempo fue uno de los responsables del desarrollo del paquete de software para empresas MS Office. Al parecer, contribuyó decisivamente a que, después del lanzamiento de Windows 95, Bill Gates reconociera el potencial de internet en lugar de crear su propia red de datos. Después del fracaso comercial de Windows Vista, Sinofsky asumió en el año 2009 en un acto de fuerza la dirección del departamento de Windows y consiguió devolver al principal producto de Microsoft de nuevo a la senda de crecimiento, con el lanzamiento de Windows 7.

Sinofsky también fue el responsable de que Microsoft apostara por un sistema operativo común tanto para los grandes servidores, como para los ordenadores convencionales y dispositivos móviles. Algunos diseñadores de Microsoft se habían pronunciado por el contrario a favor de dotar a tablets y smartphones de un sistema operativo más sencillo, sin las cargas históricas de Windows. Sin embargo, no lograron imponerse.

Entre los enemigos de Sinofsky se encontraba Ray Ozzie, quien trabajó en Microsoft de 2005 a 2010 como jefe de tecnología y "arquitecto jefe de software", y quien en ese tiempo fue considerado también un potencial sucesor de Gates y Ballmer. Ozzie intentó en su día reforzar la conexión de los servicios de Microsoft a la nube de internet, pero fracasó internamente con su servicio Live Mesh. Sinofsky se impuso por el contrario con su servicio SkyDrive y llevó a que Microsoft ofrezca servicios en la nube estrechamente vinculados a Windows.

La salida repentina de Sinofsky recuerda al despido de Scott Forstall en Apple. Forstall, responsable del sistema operativo iOS para dispositivos móviles, se había negado a asumir la responsabilidad por los errores de una aplicación de mapas creada bajo su supervisión. Al igual que Sinofsky, el ejecutivo de Apple era considerado un jefe de equipo fuerte que busca la confrontación en lugar de una solución consensuada.

Al contrario de Forstall, Sinofsky no abandona el puesto en una situación de crisis, sino que se despide en medio de una fiesta por la introducción del nuevo sistema Windows. Y mientras que los saludos de despedida para Farewell por parte del jefe de Apple, Tim Cook, fueron más bien formales, Ballmer colmó a su subordinado de superlativos y alabanzas. Pero también hay voces dentro de Microsoft que acusan a Sinofsky de haber puesto freno a la innovación dentro de la compañía con su estilo de dirección brusco y su búsqueda de poder.

Se valore como se valore a Mr. Windows, Ballmer tiene ahora un problema. En su equipo no hay ningún talento que pueda llenar por sí mismo el puesto de Sinofsky. El presidente ejecutivo de Microsoft dejó caer por ello la responsabilidad sobre varios hombros. Del desarrollo de software y hardware se ocupa Julie Larson-Green, responsable del innovador diseño de las baldosas de Windows. La hasta ahora jefa de Finanzas Tami Reller se ocupará como nueva jefa de negocio de que Windows siga llenando las arcas de Microsoft también en el futuro.

El éxito o el fracaso de Windows 8 y las nuevas actividades de Microsoft en el mercado de los tablets y los teléfonos móviles serán atribuidos personalmente a Ballmer. Los inversores se quejan de que la cotización de las acciones de Microsoft está estancada desde hace tiempo. En los últimos cinco años, los títulos de Microsoft han caído un 17 por ciento, mientras que los de Apple han crecido un 228 por ciento. "¿Cuántas cabezas quedan todavía que puedan rodar antes de que le llegue el turno a la de Ballmer?", se pregunta el bloguero John Gruber. Y su respuesta: "Creo que ninguna".

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