Tecnología

MWC 2021: Un test, una mascarilla, gel por todas partes y una visita al futuro gracias al 5G

  • En este 2021 se ha contado a menos de un tercio de los asistentes de 2019 y todos ellos han debido cumplir con dos requisitos: test de antígenos y mascarilla FFP2

Mobile World Congress 2021

Mobile World Congress 2021 / Alejandro García, EFE

El Mobile World Congress (MWC) ha dado este lunes el pistoletazo de salida a su edición más deslucida buscando ser antesala de la recuperación económica, en pleno ambiente veraniego y con las obligadas precauciones para hacer frente a la pandemia.

En este 2021 se ha contado a menos de un tercio de los asistentes de 2019 -la empresa organizadora calcula unos 30.000, lejos de los más de 100.000 de hace dos años- y todos ellos han debido cumplir con dos requisitos: uno, test de antígenos; dos, mascarilla FFP2.

Eran las 08:00 y las colas para hacerse el test fluían con rapidez, con decenas de enfermeros y enfermeras raudos para introducir palillos en las narices que se iban sucediendo. Un proceso que con el paso del tiempo y la mayor afluencia de congresistas se ha ido ralentizando, provocando algunos atascos a media mañana.

Tras el correspondiente ataque a la fosa nasal, tocaba esperar unos minutos hasta que un SMS certificaba el negativo en Covid-19 y, en consecuencia, daba la luz verde para adentrarse en un congreso tecnológico empeñado en descubrir un futuro inimaginable, en esta ocasión especialmente focalizado en el 5G.

Subiendo las escaleras mecánicas que conectan los tres pabellones que ocupa la feria en esta edición -lejos de los ocho de otras ocasiones- llamaba la atención el poco trajín de gente con respecto a otras veces, algo que ya se podía intuir al bajar del metro.

En ediciones pasadas, la organización situaba una suerte de puente en la calle Ciències, con la que limita la Fira -el recinto que acoge el MWC-, para poder sortear una vía llena de coches y con congresistas mirando con ansia un semáforo que no quería ponerse en verde. Esta vez no ha tenido nada que ver: pocos coches y nada de puente, tal era la calma que los agentes de los Mossos ni siquiera amonestaban a quienes cruzaban en rojo.

El protocolo

Pero nos encontrábamos en unas escaleras mecánicas, ya dentro del congreso, donde dos operarios se dedican durante toda la mañana a pasar un trapito con una solución de gel hidroalcohólico en cada uno de los extremos del pasamanos, buscando aniquilar cualquier indicio de virus.

Otra trabajadora se encarga de evitar acercamientos innecesarios y pide a quien se junta más de la cuenta que por favor mantenga la distancia de seguridad. Una compañera suya, con peto amarillo, se dispone a solucionar posibles malestares, incluidas heridas provocadas por zapatos nuevos que se empeñan en dar la tabarra, a las que pone remedio con unas siempre útiles tiritas.

La sala de prensa se ha quedado esta vez muy grande para la ocasión, y si otras veces costaba encontrar a un compañero por estas latitudes ahora buena parte de las caras que se ven resultan familiares, pues escasean los periodistas extranjeros.

Lo que ha seguido inamovible con respecto a 2019 es el rifirrafe político, que en esta ocasión ha resultado en que el presidente catalán, Pere Aragonès, ha vuelto a ausentarse del recibimiento oficial a Felipe VI en la apertura del congreso, si bien ambos han asistido luego juntos a una reunión con empresas tecnológicas y se han hecho una foto de grupo.

Pero todo lo anterior debería quedar en un segundo plano, diría ahora el consejero delegado de GSMA, John Hoffman, el hombre encargado de organizar el evento.

"Nos preguntan cuál sería el éxito en esta edición. Es fácil: cuando abramos las puertas y dejemos a la gente entrar, este será el éxito. Porque es demostrar al mundo que la Covid-19 no nos vencerá y que creceremos en el futuro", dijo el viernes a los periodistas, minutos antes de frotarse un manojo de romero por la cabeza deseando que la suerte le acompañara.

A finales de febrero habrá una nueva cita -esta ya en una época del año más habitual, sin este calor que roza lo agobiante-, pero todavía no alcanzará los niveles de 2019, algo para lo que habrá que esperar hasta como poco 2023, según los cálculos de GSMA. En resumen, habrá sido esta una edición desangelada, atípica o a medio gas, sí, pero también "un faro de esperanza" para salir de la crisis, en palabras de Hoffman.

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