Innovación y logística

Los cambios que ha acelerado el coronavirus

  • Roberto García Torrente, director de Desarrollo Sostenible de Cajamar Caja Rural

El sector agroalimentario español, europeo y mundial se enfrenta a grandes retos, destacando la necesidad de alimentar a una población creciente y hacerlo de una manera sostenible.

El sector agroalimentario español, europeo y mundial se enfrenta a grandes retos, destacando la necesidad de alimentar a una población creciente y hacerlo de una manera sostenible.

Roberto García Torrente. Roberto García Torrente.

Roberto García Torrente.

Desde hace años venimos hablando de los grandes retos a los que nos enfrentamos como humanidad y de las herramientas que nos iban a permitir avanzar para que, con una población creciente y con un mayor potencial de consumo, no pusiésemos en peligro el futuro de nuestro planeta.

Entre estas herramientas la digitalización era la que se menciona con más frecuencia y la sostenibilidad el gran objetivo a alcanzar. Siendo la primera necesaria para conseguirlo.

Una transición acelerada

No cabe duda de que el avance que ha experimentado la digitalización durante el último año y medio ha sido espectacular, y hay quien afirma que sin la covid habríamos tardado al menos cinco años en realizarlo. Un avance en el que se han alineado todos los factores para conseguirlo: partiendo de la necesidad, pasando por la voluntad de los usuarios que se han visto acompañados por la capacidad de las infraestructuras y por el desarrollo de los servicios y las tecnologías necesarias para conseguirlo. El teletrabajo, el comercio electrónico, las videoconferencias para trabajo y ocio, las plataformas de cine, etc. son cuestiones que están ahora mucho más presente en nuestras vidas que hace dos años.

Con la misma velocidad e intensidad se ha ido extendiendo la preocupación de la sociedad y de los organismos públicos europeos sobre la sostenibilidad de nuestro modo de vida. Una tendencia que venía creciendo de manera lenta pero inexorable y que explotado a raíz de la pandemia. La presión que realizamos sobre la naturaleza nos puede llevar a que el salto de enfermedades desde especies salvajes hacia el hombre se produzca con más frecuencia. Y en cualquier caso, los efectos que nuestra acción tiene sobre el medioambiente, teniendo al cambio climático como efecto más perceptible, hace que nos tengamos que enfrentar cada vez con más frecuencia a situaciones extremas.

Sin poder distinguir claramente si la iniciativa partió de la sociedad o de las instituciones públicas, lo cierto es que algunas de las acciones en las que se está trabajando para reducir el impacto que tenemos sobre la naturaleza no paran de crecer. Así tenemos el gran desarrollo que han experimentado las energías renovables, el impulso a la movilidad eléctrica, la reducción de las basuras que se generan y los procesos de bioeconomía para su transformación y reutilización, etc.

El papel de la agroalimentación

Y en este contexto la agricultura no está siendo ajena a estas grandes tendencias. La preocupación de los consumidores por la salubridad de los alimentos que compran y por el efecto que tiene el modo de producción sobre el medioambiente viene desde lejos. Progresivamente se han ido reduciendo el número de pesticidas autorizados para la lucha contra las plagas y enfermedades y las cadenas de supermercados han limitado el número de materias activas que podían estar presentes en las frutas y hortalizas hasta un máximo de tres. La agricultura ecológica ha experimentado un fuerte desarrollo gracias a una demanda creciente, y que ha asumido unos precios superiores a los que se pagan por los productos convencionales.

Pero cuando observamos las grandes cifras de emisiones de gases efecto invernadero la agricultura y la ganadería siempre aparecen como uno de los sectores que más están contribuyendo al cambio climático. Esas estadísticas llegan a hablar de hasta el 25 % de las emisiones realizadas, probablemente sin tener en cuenta, en gran parte, la capacidad que tiene el sector para fijar también una gran cantidad de CO2 de la atmósfera gracias al proceso fotosintético y al gran desarrollo que las raíces realizan en los suelos agrícolas.

En cualquier caso, la Unión Europea ya inicio un camino, incluso previamente a que estallase la pandemia de la covid, con la publicación de las estrategias del campo a la mesa y de biodiversidad, que afectaban directamente al sector y que pretenden reducir el consumo de fertilizantes y de fitosanitarios y aumentar la superficie de agricultura ecológica. Aunque con muchas incógnitas en cuanto al nivel que se considera de partida para llegar a los niveles objetivos planteados, a su aplicación según territorios y sectores, y sin el nivel de detalle en cuanto a las medidas a aplicar para conseguirlo, lo cierto es que es un claro mensaje de los esfuerzos que va a tener que realizar el sector agroalimentario europeo.

Por parte de los consumidores, sobre todo de los que tienen un mayor poder adquisitivo, también se observan pautas de comportamiento condicionadas por esa preocupación por el medio ambiente.

Desde el lado del apoyo para la adaptación a los cambios hay que resaltar los importantes recursos económicos que se están poniendo a disposición del sector. Tanto en el ámbito de la investigación, para el desarrollo y puesta a punto de nuevas tecnologías, que permitan mantener o incrementar la producción de alimentos reduciendo los insumos utilizados, como en el de las inversiones a realizar en las explotaciones agrarias y en las infraestructuras de apoyo a las mismas. Estos fondos van a llegar al sector a través de la nueva Política Agraria Común, que acaba de negociarse, y de los Fondos Next Generation.

Una gran oportunidad

Todos estos cambios siempre generar incertidumbre e inquietud, y provocan un cierto temor hacia el futuro. Sin embargo, creemos que es una gran oportunidad para el sector agroalimentario español. Probablemente suponga un cambio de paradigma en la forma de producir, de igual magnitud que supuso la revolución verde y el uso masivo de la química y la mecanización a mediados del siglo pasado. Pero estamos convencidos de que contamos con el conocimiento, con las empresas que pueden transformadlo en soluciones para el campo y con los agricultores preparados para llevar a cabo ese cambio. A continuación, enumeramos de manera muy sintética algunas de las medidas que nos van a permitir conseguir producciones más respetuosas con el medio ambiente:

- La digitalización y sensorización de los cultivos y del ganado nos van a permitir mejorar el conocimiento que tenemos de los mismos y podremos ser más eficientes en la aportación de los insumos necesarios. Si hablamos de la lixiviación de agua y nutrientes es porque estaremos regando con más cantidad de agua y de nutrientes de los que realmente necesitan los cultivos. Si ajustamos las dosis mejoraremos la economía del agricultor y evitaremos la contaminación de los acuíferos.

- La mejora de los suelos va a permitir conseguir una mayor riqueza de microorganismos simbióticos con las raíces de las plantas, lo que a su vez va a mejorar la respuesta de las mismas, aumentando la absorción de nutrientes y siendo más resistentes a condiciones abióticas adversas.

- La apuesta por el control integrado de plagas se ha demostrado como muy eficaz en los cultivos hortícolas en invernadero. Los conocimientos adquiridos están permitiendo trasladar las técnicas a los cultivos al aire libre. En este proceso es muy importante la biodiversidad, y ya hay cooperativas que han implantados cientos de kilómetros de setos de plantas autóctonas en el entorno de las explotaciones de sus asociados como medida para conseguirla.

- La mejora de las infraestructuras, de las tecnologías de aplicación y de los sistemas de gobernanza nos puede asegurar la disponibilidad de agua para atender a una agricultura de regadío muy eficiente, productiva y generadora de actividad económica y social en las zonas rurales españolas.

- Y la bioeconomía circular nos ayudará a aprovechar y valorizar todos los productos generados por los procesos biológicos, reduciendo las pérdidas y sustituyendo otros bienes obtenidos a partir de combustibles fósiles. En esta línea, los subproductos generados por la industria alimentaria y por la ganadería pueden ser el origen de fertilizantes naturales que sustituyan a los de síntesis química o procedentes de fuentes no renovables.

El sector agroalimentario español, europeo y mundial se enfrenta a grandes retos y desafíos, entre los que cabe resaltar la necesidad de alimentar a una población creciente y hacerlo de una manera sostenible. Tenemos numerosas y variadas iniciativas en España que van por el buen camino y que pueden servir como impulsoras de la internacionalización de las tecnologías españolas para una alimentación más saludable y respetuosa con el medioambiente.

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