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El Ártico puede quedarse sin hielo en verano en menos de una década

  • La disminución de la placa de hielo en el Ártico se está acelerando debido al calentamiento global, de tal forma que el pasado verano se redujo del orden de 18 kilómetros diarios

La disminución de la placa de hielo en el Ártico se está acelerando debido al calentamiento global, de tal forma que el pasado verano se redujo del orden de 18 kilómetros diarios, lo que lleva a los científicos a considerar que antes de una década podría estar libre de hielos durante el verano.

Así lo ha asegurado hoy Carlos Duarte, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), durante la presentación del libro "Impactos del calentamiento global sobre los ecosistemas polares", publicado por la Fundación BBVA.

Esta obra, de la que Duarte es editor, llama la atención sobre el hecho de que estos ecosistemas se están configurando como los frentes de batalla frente al cambio climático y contiene aportaciones de destacados científicos internacionales y españoles.

Los modelos climáticos con los que trabaja la comunidad científica sugieren que el mayor calentamiento se apreciará en el Ártico, que se ha calentado a un ritmo de 0,4 grados por década dos veces más rápido que el resto del Planeta.

Duarte ha subrayado que lo que ocurrió el pasado verano en el Ártico fue "algo inesperado", ya que entre finales de junio y principios de agosto se perdió una cantidad de hielo equivalente a lo que se había perdido en los últimos quince años.

Además, el deshielo del último año equivale a lo que se pronosticaba para finales del siglo XXI.

Los científicos esperan que este verano el deshielo sea tan rápido, al menos, como el año pasado, por varias causas, entre ellas, que la temperatura en el mes de mayo ha sido entre dos y tres grados más alta de lo habitual.

Además, el hielo que cubrió el área perdida es más frágil y tiene un grosor de menos de un metro frente a los entre 2 y 3 metros que tenía el que se deshizo.

Los escenarios que manejaban los científicos del año 2040 para poder ver el Ártico sin hielo en verano se han tenido que actualizar y ahora el pronóstico sitúa ese hecho entre el 2015 y el 2020, aunque, según Duarte, "no podemos descartar tener que volver a revisar esas previsiones".

En la Antártida, la placa de hielo se está perdiendo a un ritmo de 152 kilómetros cúbicos al año, lo que equivale a una disminución de hielo de 8.000 kilómetros cuadrados en la Península Antártida durante los últimos 50 años y a un aumento global anual del nivel del océano de aproximadamente 0,4 milímetros.

A este respecto, Duarte ha señalado que la escorrentía de los ríos que llegan al mar ha aumentado un 40 por ciento y ha asegurado que "se está evaluando con mucho cuidado la fusión de la placa de hielo en la Antártida".

Los trabajos de la investigadora del CSIC Susana Agustí, que se recogen en el libro, demuestran que la biomasa y la producción de plancton antártico podrían disminuir hasta 10 veces por el aumento de la radiación ultravioleta.

En el Ártico, la rápida pérdida de hielo aumentará el impacto de esa radiación y generará cambios que podrían propagarse en un efecto dominó por toda la cadena alimentaria.

Las investigaciones del científico del British Antarctic Survey, Jaume Forcada, apuntan a que la pérdida acelerada de hielo afecta al éxito reproductor y a la supervivencia de algunas especies como el oso polar o las focas, que dependen de las plataformas de hielo para criar.

El impacto del calentamiento global en la megafauna antártica no es tan aparente como en el Ártico, aunque se detectan cambios en la de la Península Antártica, donde se reduce la supervivencia del pingüino emperador, según Forcada.

Para Paul Wassmann, investigador de la Universidad de Tromso, en Noruega, la pérdida de la cubierta de hielo del Ártico está llevando a una "fiebre del oro" entre los países ribereños, que se disputan los stocks pesqueros, depósitos de gas, petróleo y metales preciosos, y nuevas rutas de navegación que están quedando expeditas.

En este sentido, Duarte ha subrayado que la preocupación de la comunidad científica no es sólo por la pérdida de biodiversidad sino también porque "vamos a ver conflictos de orden geopolítico que se van a extender de un polo a otro".

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