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El tercer hombre se hace esperar

  • Sólo cuando Escudero se soltó de la amarra de Alejo encontraron Sarabia y Nolito el vértice final para desbordar con triángulos

  • Que el Eibar dejara de ir dos contra uno a los duelos, clave

Las imágenes del Sevilla-Eibar

Las imágenes del Sevilla-Eibar / A. Pizarro

El fútbol es una combinación de números. Juegan once contra once, los entrenadores buscan provocar situaciones de uno contra uno y, si es posible, de dos contra uno. Se puede jugar con defensa de cuatro o con tres centrales, con un delantero y tres mediapuntas o, como el Eibar, con dos delanteros y dos extremos.

Pero quizá en la construcción del juego pueda decirse que el número mágico sea el tres. Hay entrenadores, como Guardiola, que dividen el campo en triángulos imaginarios y móviles en los que siempre hay tres jugadores haciendo de vértices de los mismos. A veces son triángulos equiláteros (más corrientes en zona de creación), pero otras veces son muy isósceles buscando profundidad y un último pase ganador, o escalenos si es una combinación acostada a una banda.

Al Sevilla le costó encontrar el tercer hombre ante el Eibar. Le costó bastante. El concepto del tercer hombre es el que convierte una pared en ganadora, un juego entre dos en otra dimensión al aparecer la tercera pieza, la que desconcierta al rival y que el equipo de Berizzo no encontró hasta que el Eibar terminó de bajar los brazos ya muy al final, a partir del minuto 70 aproximadamente, cuando, fruto de mantener dos puntas todo el tiempo, empezó a descuidar las marcas, a llegar tarde a las reuniones y a dejar espacio a los futbolistas de blanco, ya mucho más cómodos en las transiciones. La jugada más ilustrativa puede ser el robo de Ganso que acabó en el 2-0. Tuvo de todo: despliegue rápido, tercer hombre, desdoblamiento (de Sarabia por fuera con Nolito), centro y remate. Todo a placer.

FUENTE: Elaboración propia. GRÁFICO: Dpto. de Infografía. FUENTE: Elaboración propia. GRÁFICO: Dpto. de Infografía.

FUENTE: Elaboración propia. GRÁFICO: Dpto. de Infografía.

Defensa

El Sevilla se quitó un peso de encima cuando Alejo se marchó a la caseta lesionado. De vallisoletano a vallisoletano, hizo retroceder a Escudero y generó inquietud en la salida de balón de los locales junto a la presión atosigante que todo el Eibar hizo en la primera mitad y que al Sevilla le costó burlar. Sobre el papel, la apuesta de Berizzo de plantear dos duelos un tanto desiguales en el cuerpo a cuerpo con Carriço y Lenglet ante Enrich y Kike podía parecer arriesgado por no ser los centrales más dotados para ese juego, pero al Eibar le costó hacer su fútbol de ataque por banda y centro y echó de menos a Pedro León (pese a que Alejo empezó bien) y a las mejores versiones de Capa e Inui.

También parecía arriesgado el invento de Sarabia y Ganso como interiores, pero ambos cambiaron el partido. El brasileño, como Franco Vázquez, puede dar la sensación de que no es el jugador ideal para el robo, pero ganó no pocos balones divididos. El 2-0.

Ataque

En la primera parte sólo la movilidad de Ben Yedder, que le dio mucha vida a Nolito, lograba burlar ese ímpetu en todo el campo del Eibar, que siempre ganaba -en dos contra uno- los duelos. En la segunda mitad, cuando Escudero se soltó de la cadena que tenía con Alejo, el tercer hombre en ese costado hacía aflorar los triángulos. Sarabia, Nolito, Ganso, Ben Yedder... eran los otros vértices. Crecía la impotencia del Eibar.

Virtudes

Paciencia y calidad individual.

Talón de aquiles

Problemas en la salida de balón.

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