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Buenos efectos colaterales

  • El Sevilla convirtió un partido guasa en un paseo, recuperó a Konko, Dragutinovic y al mejor Renato y Luis Fabiano se redimió · Génova se presenta como cita clave

Cita clave en lontananza. El 18 de diciembre, día de la Esperanza, el Sevilla se jugará su pase a los dieciseisavos de final de la UEFA en Génova. El igualado y duro grupo C se ha puesto calentito, por culpa de la debilidad del Partizan y de la fortaleza del Standard, ya clasificado tras golear a la Sampdoria. Ese día, Stuttgart, italianos y sevillistas se jugarán las dos plazas que quedan. Así están las cosas después de que el equipo de Manolo Jiménez solventara un partido con su guasa que tuvo incluso un importante susto en sus inicios.

Más allá de lo que dicta la clasificación del grupo, la victoria de ayer tuvo buenos efectos colaterales, usando el término eufemístico que los estrategas estadounidenses pusieron de moda durante la agresiva política exterior que quiere zanjar Barack Obama. A saber, la recuperación de dos hombres importantes en la plantilla como Konko y Dragutinovic, el regreso del mejor Renato, golazo incluido, y la redención, otra más, de Luis Fabiano después de su cuarta expulsión con la camiseta del Sevilla.

Si el ambiente ya era frío por los factores meteorológicos, que condicionaron una pobre entrada, aún se hizo más gélido con el susto que supuso el desplome de Moreira. El guineano del Partizan cayó al suelo tras un salto en el minuto 3 y los propios jugadores sevillistas que estaban a su lado, en mitad del campo propio, apremiaron con ostensibles gestos a los servicios médicos de ambos equipos a atenderlo. Moreira estuvo inconsciente sobre el terreno de juego del minuto 3 al 7, cuando fue retirado en camilla. Hubo de ser trasladado al hospital Virgen del Rocío, aunque ya en los vestuarios recuperó la consciencia. La tragedia planeó por el Sánchez-Pizjuán, cuyo público incluso mandó callar a la grada de Gol Norte durante esos minutos de incertidumbre. Finalmente, Moreira reaccionó. Le fue aplicada una cánula de Guedel, para evitar la asfixia, y abandonó el estadio en ambulancia y con un collarín. Afortunadamente, todo quedó en un susto gordo. Incluso el cántico que recuerda a Antonio Puerta en cada minuto 16 se retrasó al 20 en medio de la incertidumbre general. El jugador pasó la noche en observación y hoy podría viajar a Belgrado.

Tras el susto, poco a poco fue metiéndose el Sevilla en el choque. Gracias a la presión de Duscher y a la movilidad de Renato en la mediapunta y de Jesús Navas en la derecha, el equipo de Jiménez fue merodeando el área contraria. Una acción del palaciego, derribado por el internacional Obradovic, sirvió para que Luis Fabiano marcara de penalti. En la segunda parte repetiría con un zurdazo desde unos 25 metros, un gol que evidencia su clase. Le sirvió para recoger el calor que tanto necesita un jugador que parece sufrir un síndrome de bipolaridad: o marca goles o forma líos.

Más allá de su necesaria redención cabe destacar el regreso del mejor Renato. Móvil en la mediapunta, jugó a la primera ante la escasa presión del Partizan y bajó a recoger la pelota para mandar. Y marcó con otro zapatazo desde la frontal. Y la rapidez y la presión anticipada de Dragutinovic, tras mucho tiempo en el dique seco. Y la sobriedad y los ofrecimientos de Konko ante una de las jóvenes estrellas serbias, Tosic, que va camino del Manchester United. Notas positivas, como el descanso de Kanoute -¿y si es mejor jugar con un solo delantero puro?-, antes de citas clave. Entre ellas, la del 18 de diciembre.

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