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Ahora sí... Babá

  • A la sombra de Negredo, el senegalés inicia su verdadera aventura en el Sevilla tras media campaña de pura aclimatación en la que sus tres goles en pocos minutos llaman al optimismo.

Todavía es una incógnita. Tremendamente tímido fuera del campo, Papa Babacar Diawara (Dakar, 5-1-88) empieza a coger confianza en su convivencia con el grupo. Siente que ésta es una temporada importante para él. Exigirle resultados inmediatos para un chaval de su edad que llega procedente de Portugal a mitad de campaña en un equipo como era el Sevilla del pasado ejercicio era injusto. Aun así, tres goles (uno al Atlético y dos al Rayo) en 5 partidos son números a tener en cuenta. Ahora, con seis meses de adaptación a sus espaldas y una pretemporada a las órdenes de Míchel, ya es otra historia.

De momento, la marcha de Kanoute lo ha puesto como segunda opción tras Negredo en la plantilla si hablamos de nueve, nueve. Porque eso es lo que es Babá, un ariete puro. Rematador certero en el área, pero también demostrando otras cosas, como apoyos en desmarques de espaldas al primer toque que ayudan al equipo a sorprender. Se le vieron cosas buenas y otras no tan buenas. Pero entonces todo era distinto, pues el examen debe empezar ahora.

Babá tiene puesta mucha ilusión en esta campaña y se le nota en sus ojos aunque éstos muestren ese gesto de desconfianza al encontrarse en un medio hostil y quizá desconocido, la prensa. Es, como otros muchos valores del fútbol africano, una historia en la que también ha habido superación.

"De niño siempre me gustó jugar al fútbol. En la escuela, todo el día... Mi padre me compraba camisetas y jugábamos todo el tiempo, en la calle, descalzo muchos días porque unas veces tenía zapatillas y otras no. Es un poco difícil allí, pero cuando era un poco más mayor mi padre vio que me gustaba y que tenía condiciones y comenzó a procurarme las cosas que necesitaba. Fue cuando empecé en la escuela de fútbol". Ése es el comienzo de la historia de este futbolista cuyo nombre pocos conocían cuando Monchi dio la luz verde a los medios del club para que lanzaran la noticia de su fichaje. Un fichaje sorpresa. De los cientos de nombres que se vinculan a diario con el Sevilla, ninguno se pareció siquiera al de este delantero del Marítimo portugués que los aficionados de cierta edad querían comparar con aquel gambiano de permanente sonrisa, Biri-Biri.

A Babá le cuesta sonreír y no lo hace si no se siente seguro. Como muchos africanos, necesita cariño ante lo desconocido. "En Dakar había un hombre que ayudaba a los niños y cada domingo jugábamos. No era una escuela en sí, sino que le gustaba rodearse de niños. Tengo buenos recuerdos, toda la gente le llamaba Ndams y con él di mis primeros pasos en el fútbol, como un juego. Luego comencé a jugar con pequeños en un equipo, el Dakar FC y cuando era júnior, con 16 ó 17 años fui al Jeanne d'Arc. Era un paso más grande y ya todos mis amigos me decían que tenía que jugar bien, comencé en serio y en 2002 probé en Suiza, pero volví a Senegal. El Jeanne d'Arc en mi país es un gran club, como el Madrid aquí".

Pero Europa era un reto paara él y con 19 años ya uno está más hecho. Llegó la oportunidad de Portugal. "Tengo buenos recuerdos. Cuando llegué fue difícil porque a veces jugaba y a veces no. Era extranjero, pero seguía trabajando. Acredité mi valor y fue todo mejor". Tras muchos goles en la liga lusa, la ocasión a partir de enero de un torneo más fuerte, España.

Su rendimiento causó expectación. Un rato en Málaga casi recién aterrizado que dejó muchas dudas y, sobre todo, un primer tiempo en casa ante el Atlético en su debut como titular que tampoco gustó a una parte de la grada, que empezaba a tomárselo a guasa. Pero llegó ese golazo una celebración llena de rabia. "Era alegría porque había hecho mi primer gol, ayudaba al equipo y estaba contento, pero nada más. No era rabia contra nada, era alegría", explica, a la vez que entiende que la afición sea tan exigente. "El Sevilla es un gran club y es normal. Hay que dar más porque ellos quieren que estemos arriba".

Sí que es verdad que Babá notó el cambio. "Aquí el fútbol es mucho más rápido que en Portugal. Allí era muy diferente". Ahora, tampoco es que esté más contento ni vea más posibilidades ya sin Kanoute: "Yo lo que debo hacer es trabajar, entrenar y el entrenador decidirá. Trabajaré al máximo para jugar".

Tampoco está pendiente del futuro de Negredo, pues sabe que si el vallecano sale, el Sevilla fichará a un sustituto de nivel parecido. "El fútbol es así. Unos salen y otros llegan. La competencia es buena para el equipo, porque cada uno aporta lo suyo y el equipo crece".

Sí tiene metido en la cabeza el africano jugar con Senegal. Aunque no se le reconocen internacionalidades, él dice que ha debutado con su selección. "Tengo que esperar. Fui llamado dos veces sólo, y después nada. Jugué un partido y el otro estuve en el banco. Pienso que jugar en el Sevilla me tiene que ayudar para eso, porque es un gran club y el seleccionador está pendiente. Espero y trabajo".

Se siente, y sólo hay que repasar los vídeos de sus goles para refrendarlo, un rematador puro, un cazagoles que las enchufa a la primera. Por eso, su alianza con Jesús Navas promete mucho. "Con cualquier delantero aquí puedo hacer goles. Navas es un grandísimo jugador y ya el año pasado me puso buenos centros, pero cualquier jugador aquí tiene mucha calidad. Con él me entiendo bien, ojalá fabriquemos muchos goles este año".

Colectivamente, quizá por venir de una cultura diferente, no acaba de entender que se le pregunte por los objetivos del equipo ahora. "El fútbol es muy complicado. Sólo entiende de trabajar para llegar lejos, pero no podemos saber lo que acontecerá mañana".

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