Semana Santa

La partitura perfecta en cinco movimientos

  • Grandes clásicos de la Semana Santa sobre los pasos y sonando tras ellos en una jornada perfectamente sincronizada donde Ecce-Homo recupera la escuadra romana tras el misterio

COMO en un punto del recorrido en el que la banda engarza de manera consecutiva dos o más marchas, sin solución de continuidad. Así pareció ayer irrumpir el Martes Santo en la ciudad. Si la jornada anterior se apagó tras las puertas de San Francisco con la entrada de la Virgen de la Soledad, ese mismo punto es el que se abría a un Martes Santo caluroso en las temperaturas, despejado en los cielos y expectante, un día más, en las calles para ver cofradías.

Con la pericia de un músico al enlazar las dos composiciones sin que medie silencio alguno de por medio, así llegó el Martes Santo. Mismo lugar que dejó el lunes la Semana Santa; y misma formación musical. La banda Maestro Enrique Montero de Chiclana se despedía el lunes interpretando Paño de Pureza (la nueva marcha de García Pulido dedicada a Soledad de Vera-Cruz y estrenada este año) y regresaba al mismo lugar el martes para ser la primera en tocar. En esta ocasión sonó Virgen de los Estudiantes, primera marcha en la calle de Jesús Caído en recuerdo a su vinculación universitaria que también se hacía patente en el cortejo.

Esta tónica de que la banda de música del paso de Virgen sea la que interprete la primera pieza en la calle del paso de misterio se ha convertido en lo habitual en esta jornada del Martes Santo. Uno de los principales motivos es que ese día salen las imágenes que dan nombre a algunos de los himnos de la Semana Santa gaditana. Y por eso, es lógico que en la salida del Señor de Columna suene la magnífica composición de José Cubiles, en la de Ecce-Homo la del maestro Escobar y en Piedad la histórica pieza que hiciera Eduardo López Juarranz. El Señor del Mayor Dolor de Sanidad también daría sus primeros pasos acompañado musicalmente por la banda de Gailín, en el interior de Santa Cruz, para interpretar la marcha Mayor Dolor de María, de José Manuel García Pulido.

Música de bandas de palio para acompañar a los pasos de misterio. Y música, por tanto, de alta calidad en una jornada donde los callejeros dieron lo mejor de sí, en la mayoría de los casos con composiciones brillantes y de un carácter más sobrio, como el que redondeaba el caminar por las calles de los pasos de palio de Lágrimas de Piedad, Angustias de Ecce-Homo y Lágrimas de Columna. Así, el público podía disfrutar contemplando el suave caminar del palio de San Antonio por su misma plaza a los sones de Valle de Sevilla, o de la Dolorosa de San Pablo sonando Mektub en José del Toro, o la marcha Grave, de Francisco Soler, sonando en Pelota tras la Virgen de la Salud. O Soleá dame la mano a la Dolorosa de Piedad en Palillero. Y así innumerables momentos a lo largo de la tarde-noche de ayer.

Y como ocurre en una partitura, las piezas iban encajando en la jornada de ayer de manera perfectamente sincronizada, como si así estuviera escrito y organizado previamente, para construir una intensa jornada cofradiera en apenas unos minutos. Los que transcurren desde las cinco menos cuarto de la tarde en la que no hay cortejos aún procesionando hasta aproximadamente las siete y cuarto, en el que las cinco hermandades ya estaban al completo en la calle. Apenas dos horas y media para que el martes pasara de la nada al todo. Y siempre con los momentos perfectamente sincronizados.

Así, cuando la Virgen de los Desamparados salía a la calle, comenzaba también la estación penitencial de la hermandad de Columna, cuya Cruz de Guía asomaba por San Antonio. Y la salida del palio de Lágrimas de Columna coincidía casi con exactitud con la salida de las otras Lágrimas, las de Piedad, y con la Cruz de Guía de Ecce-Homo por una calle Ancha que acababa de abandonar el misterio de Columna. Todo encajado a la perfección. La música del Martes Santo escribiendo la más clásica partitura de la Semana Santa.

El misterio de Ecce-Homo asomaba a la calle Ancha desde su templo de San Pablo a la vez que al otro extremo de la calle, desde la plaza de San Antonio llegaba la Virgen de las Lágrimas. Y tras el Señor cubierto por un manto rojo, la escuadra romana que ayer recuperaba la cofradía; otra estampa de la Semana Santa más clásica que ayer volvió a verse en lo que fueron los tres primeros romanos de una escuadra que se anuncia crecerá con el paso de los años.

La última hermandad en sumarse a la tarde de procesiones es también la última que ha recalado en el Martes Santo. Y la que pone cada año un punto de contraste con el resto de la jornada. Silencio sólo roto por el trío de capilla ante el paso de Jesús del Mayor Dolor y tambores destemplados para la Virgen de la Salud. Sobriedad palpable por el barrio de El Pópulo para rematar un Martes Santo cuya partitura en cinco movimientos -Caído, Columna, Piedad, Ecce-Homo y Sanidad- se fue construyendo a la perfección en apenas dos horas y media. Y sonaba a gloria, como la música que acompaña a sus pasos de palio. Como las piezas que dejaron grandes autores para que fueran las primeras notas que acompañaran a las imágenes cristíferas en su salida.

Las cofradías de centro y el clasicismo de la Semana Santa gaditana reivindicaron ayer el hueco que les corresponde y se hicieron oír en otra jornada completa y brillante. Qué bien suena este Martes Santo.

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