Semana Santa

La luz del día hace más bella la salida desde San Agustín

  • Los cargadores del paso de misterio dedicaron su primera 'levantá' a la madre del capataz, Francisco Álvarez, y los del palio recordaron al compañero José Romay, que se encuentra enfermo

La inusual estampa de la cofradía de Humildad y Paciencia saliendo a las cuatro y cuarto de la tarde -con exquisita puntualidad, por cierto-, provocó una gran expectación en los aledaños de la iglesia de San Agustín. Miles de cámaras de fotos y vídeo inmortalizaban el momento en el que el desfile, en lugar de bajar San Francisco subía la calle buscando la carrera oficial. Con más de tres horas de adelanto respecto al habitual itinerario asomaba a la puerta del templo la cruz de guía que precedía a las secciones del Cristo de la Humildad y Paciencia, ante cuyo paso figuraban representaciones de la hermandad penitencial de Nuestra Señora de Begoña (Bilbao), dado el carácter fundacional vizcaíno de la cofradía gaditana, de la Vera-Cruz de Puerto Real y de las también gaditanas Columna y Buena Muerte. El paso de misterio fue llevado a ruedas hasta la calle por los cargadores dirigidos por el capataz Francisco Álvarez . La primera levantá se dedicó a la madre de éste, fallecida recientemente.

Tras las primeras maniobras, el paso que portaba al Cristo tallado por Jacinto Pimentel comenzó a andar San Francisco arriba al son de la marcha Réquiem, de Bienvenido Puelles, interpretada por la banda de cornetas y tambores Santísimo Cristo de la Vera-Cruz de Los Palacios (Sevilla). Seguidamente, la cuadrilla cargó con maestría el paso acompañado por Amor de Madre, de Francisco González Ríos.

La mitad del cortejo ta estaba en la calle cuando le tocó el turno a uno de los mejores palios de la Semana Santa de Cádiz, en el que procesiona Nuestra Señora de la Amargura y que ayer estrenaba la restauración de la candelería La vieja guardia de la veterana cuadrilla, guiada por Juan Manuel Manzano Barrios, se encargó de sacar el paso a ruedas hasta la plaza de San Agustín. Una vez que el paso estaba fuera, la cuadrilla al completo, que esperaba en la parte lateral exterior del templo, entró en el mismo para meterse bajo el paso y comenzar a cargar el paso de la Virgen. Era una salida muy especial por cuanto estaba dedicada a un cargador de esta cuadrilla que pasa por unos delicados momentos de salud. El esfuerzo de todo el recorrido fue un sentido homenaje al compañero José Romay. El palio inició su andadura mientras la banda de música Nuestro Padre Jesús Nazareno de Rota interpretaba la marcha Amargura Gaditana.

En sólo media hora, lo que demostró la perfecta organización de la cofradía en la salida, estaba la hermandad en la calle para vivir un día histórico debido al cambio de sentido de la carrera oficial. La novedad se ilustraba en una significativa imagen: la lejana presencia del paso de Cristo en la esquina de San Francisco con Columela mientras el paso de palio comenzaba a mecerse.

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