Nazareno del amor

El amor por el Nazareno blanco es hereditario

  • Las sagas familiares se repiten en San Francisco y homenaje a los fundadores

Es de bien nacido ser agradecido. Manuel Pérez Blanco recibió ayer de manos del hermano mayor del Nazareno del Amor, Diego Gómez, la medalla de oro de la cofradía. El motivo no era para menos: es uno de los fundadores de la cofradía hace 58 años. Rafael Franco también la recibió ayer, aunque no va a poder disfrutarla, ya que ha sido a título póstumo. Otros fundadores, como Antonio Llaves y Eduardo Domenech estaban allí de testigos ayer con su hábito penitencial.

Otros son más jóvenes, pero también recibieron ayer su reconocimiento en forma de una primera levantá. Fue el torero José Antonio Canales Rivera, que echó a andar a la Virgen de la Esperanza gracias a sus donaciones. Su mujer Mari Carmen, hermana de esta cofradía desde hace muchos años, estaba emocionada.

Desde que esos fundadores pusieron en marcha esa cofradía han pasado auténticas sagas familiares. Una de ellas es la de los Delfín, varios de los cuales, Nono padre e hijo y Andrés, estaban ayer bien en la penitencia o cargando y todos con los ojos llenos de lágrimas cuando el Amor empezó a andar. De los Cotorruelo también había varias generaciones.

Eucarístía previa a la salida procesional, todos los penitentes sentados en los bancos de la amplia iglesia de San Francisco. Alguien pregunta si realmente el Amor sale a las cuatro menos cuarto, porque un par de minutos antes no hay pinta de ello. Después de una oración por la vida y contra la ampliación de la Ley del Aborto, todo se pone en marcha en cuestión de segundos y a menos cuarto está clavada la cruz de guía con las puertas abiertas. Increíble.

A partir de ese momento todo es movimiento en San Francisco para poner en marcha el cortejo. Las mayores de la residencia Alvernia están esperando en Santiago Terry, pero antes hay que sacar la cofradía a la calle.

El calor a la hora que tiene que salir la cofradía es sofocante, algo que comentan con cierto temor los cargadores de las cuadrillas. El calor debajo de un paso se multiplica de manera exponencial.

El Cristo se pone en la calle con la clásica ‘Nazareno del Amor’. La Virgen lo hizo con ‘Esperanza franciscana’. El sol ilumina la tarde y mejora aún más el paso de la cofradía. Y de todo ello, el Caído como testigo de excepción.

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