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Semana Santa

"A la Trinidad vi cómo la hizo Álvarez Duarte paso a paso. Iba cada semana"

  • El Lunes Santo es un día de veteranos cofrades. En Medinaceli, José Coto cumplirá esta tarde 60 años acompañando a sus titulares

  • Su vida ha estado siempre ligada a la archicofradía

José Coto Rodríguez, delante del paso de palio de la Virgen de la Trinidad, ya prácticamente listo para esta tarde.

José Coto Rodríguez, delante del paso de palio de la Virgen de la Trinidad, ya prácticamente listo para esta tarde. / román ríos

Quien se ha llevado medio siglo en una junta de gobierno tiene mucho que contar. De su hermandad y de la Semana Santa de San Fernando, de todo lo que ha cambiado, de cómo ha evolucionado, de los proyectos que se hicieron siempre con más ilusión que recursos, de esas reuniones casi míticas que se prolongaban hasta alta horas de la madrugada en las que poco a poco fue dándose forma a lo que hoy día es la cofradía. O incluso de esos cientos de kilómetros a Sevilla que se echaban una semana sí y otra también para visitar al orfebre o al imaginero de turno y de paso echar un vistazo a aquel besamanos del que tomar buena cuenta... José Coto Rodríguez es el ejemplo perfecto de todo eso. Pocas cosas se han hecho en la archicofradía de Jesús de Medinaceli sin que él estuviera metido en el lío. Hoy, Lunes Santo, cumplirá 60 años vistiendo la túnica de los hermanos de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado, una fecha redonda y cargada de significado que su hermandad tendrá muy presente. Porque Pepe -que es además uno de esos nombres propios que luce con orgullo la Semana Mayor isleña- forma parte de ese selecto y reducido club que comparten los hermanos de fila más antiguos de La Isla, los grandes veteranos. Y eso bien merece un homenaje.

Él, sin embargo, le da mucha más importancia a los 50 años que lleva perteneciendo a la junta de gobierno de esta hermandad, que hoy -de hecho- preside su propio hijo, Eduardo. Allí lo ha vivido todo en primera línea y ha trabajado siempre con una energía y con un impulso que hacía que algunos compañeros de junta -en broma claro- se echaran a temblar cada vez que en medio de una reunión d decía aquello de... "pues podríamos hacer...". Y eso, confiesa, pasaba a menudo allá a mediados de la década de los 70, cuando se estrenó de hermano mayor. Una cosa advierte también Pepe Coto cuando echa la vista atrás: "Siempre he contado con gente muy buena", asegura. Eso siempre ha sido clave.

Me he llevado también 50 años en la junta de gobierno. Siempre he contado con gente muy buena"

De aquellos años, admite, guarda algunos de los recuerdos más gratos de su vida. Y a aquellos años se remonta su amistad con el imaginero Luis Álvarez Duarte, con el que siempre ha tenido una relación muy especial. El encargo de la talla de la Virgen, María Santísima de la Trinidad, fue uno de esos momentos que quedó marcado a fuego en su memoria cofrade. "Lo recuerdo perfectamente. Le explicamos lo que queríamos, que no nos gustaría que fuera una imagen que tuviera unos rasgos de dolorosa excesivamente marcados dado el momento de la Pasión que representa el Cristo, que todavía está vivo. Él cerro los ojos y se quedó pensando durante unos minutos hasta que dijo: Ya lo tengo. Cogió una tiza que tenía por allí y pintó el perfil de la Trinidad en una puerta".

Álvarez Duarte, dice Pepe Coto, siempre tuvo también un especial cariño a esta talla mariana de la Trinidad, que de hecho participará en la exposición antológica dedicada al imaginero sevillano que se organiza con motivo del 50 aniversario de la Virgen de Guadalupe, su primera obra.

"Por mi trabajo, cuando encargamos a Luis que hiciera la Virgen, yo tenía que ir todas las semanas a Sevilla y siempre me pasaba por el taller. Vi cómo se hizo paso a paso: los detalles de las manos, el ensamblamiento de la cara... Yo siempre le he dicho a la gente... Si es mi niña. ¡Si la he visto desde que nació!", afirma emocionado.

En una de aquellas visitas coincidió con los miembros de la junta de gobierno de la hermandad sevillana de los Gitanos, para la que Álvarez Duarte modeló un nuevo cuerpo. Cuando entraron se persignaron delante de la talla de la Trinidad. Pepe les advirtió: "La imagen todavía no está bendecida". Y ellos contestaron: "Aquí al lado está su Hijo y ella es su Madre bendita, cómo no va a estar bendecida".

No mucho más tarde, cuando la Virgen llegó a La Isla y se hospedó antes de la bendición en la capilla de las Capuchinas, Pepe Coto se acercó una tarde y se encontró con las monjas rezándole el rosario. De nuevo les dijo: "Hermanas, la Virgen todavía no está bendecida". Y la madre abadesa le contestó: "Mira Pepe, la Virgen está ahí y el Sagrario con su Hijo está al lado... ¡Cómo no va a estar bendecida!". "Los dos contestaron lo mismo", señala al recordar todavía sorprendido aquella anédocta el que en aquellos momentos fuera hermano mayor de la hermandad.

Este relato marca el tono de las vivencias que Pepe va contando acerca de ese medio siglo de junta y de los 60 años vistiendo como hermano la túnica que cumplirá esta tarde. Aunque en realidad son algunos más. Calcula que, sin ser todavía hermano, estuvo saliendo dos años al menos, cuando era un niño. "El almacén estaba al lado de la casa de un amigo y parábamos bastante por allí. Éramos unos chiquillos y un día nos preguntaron si queríamos salir en la cofradía", recuerda. Claro que ya no hubo marcha atrás. Y cuando terminó la mili se metió del tirón en la junta de gobierno. Y allí ha seguido prácticamente -aunque hubo un paréntesis en la década de los 90- hasta entonces.

La lista de momentos memorables que refiere Pepe Coto es bien larga: los primeros montes de claveles que se hicieron en La Isla a imagen de lo que se hacía en Sevilla y que rápidamente se extendió a otras cofradías, el montaje de los altares de cultos, los altares de insignias... Y la conversión de la hermandad en una archicofradía tras fusionarse con la Esclavitud de las Ánimas Benditas, un proceso que también tuvo los suyo... El resultado de todo ese trabajo -el de Pepe y el de muchos más, claro- es esa imagen que se verá esta tarde en la calle y la que durante todo el año se muestra también en la comunidad parroquial: una cofradía sobradamente consolidada, con un patrimonio exquisito -ahí está también el nuevo paso que se está haciendo- y que tiene también muy presente la acción social. Un referente de la Semana Santa isleña.

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