Jueves Santo

La Isla abraza las horas cofrades más intensas

  • Las cuatro hermandades del día tuvieron que lidiar con el fuerte viento, que fue especialmente intenso a mediodía, a la salida de Tres Caídas.

NADIE lo quería, pero el viento de Levante se convirtió ayer en el protagonista de la jornada cofrade más intensa de todas. Sobre todo, a primeras horas. Sopló con fuerza por la mañana para sacudir al Jueves Santo y también los anhelos de esa Semana Santa perfecta que se había acariciado desde la mañana del Domingo de Ramos hasta media tarde del Miércoles. No tuvo suerte esta vez el Jueves, que sin embargo luchó denodadamente por brillar con las cuatro hermandades -Tres Caídas, Perdón, Misericordia y Silencio- que abrieron la puerta a la gran noche de Jesús Nazareno y que supieron aprovechar los resquicios que el Levante dejó a la tarde, cuando se vino abajo, para mostrar la grandeza de una jornada excepcional de la Semana Santa isleña.

La llegada del Jueves Santo coincidió además con los peores momentos del temporal. El viento era mucho más fuerte a la mañana, justo cuando la hermandad del Santísimo Cristo de las Tres Caídas se preparaba para salir a la calle desde la parroquia de la Sagrada Familia. Los datos de la estación meteorológica del Observatorio de Marina apuntaron luego rachas superiores a los 60 kilómetros por hora que llegaron a alcanzarse pasado el mediodía.

Así que la junta de gobierno descartó de lleno atravesar el puente del Gran Poder a esas horas por el riesgo que entrañaba con el viento. A media mañana se reunió y decidió cambiar el recorrido de ida al centro de La Isla, a la que accedió por Carlos III y la Glorieta para llegar hasta el barrio de la Pastora a través de la calle Ancha. Sin duda, la hermandad ganó con el cambio porque este escenario, que supo aprovechar bien, le brindó uno de los momentos más cofrades de la tarde. No sería de extrañar que el año que viene hubiera un cambio de itinerario en este sentido.

Con todo, y a pesar del viento, la salida de la hermandad -a la una y media de la tarde, como ya hizo el año pasado- fue un momento especial que despertó nuevamente a La Isla a una maratón cofradiera que no tenía previsto concluir hasta las diez y media de la mañana del Viernes Santo, hora de la recogida de la hermandad del Nazareno. Las salidas procesionales de cinco hermandades de penitencia se encadenarían sin tregua en las horas más completas de la Semana Santa isleña. Y Tres Caídas tenía la llave de esos momentos realmente únicos que -eso sí- no contaron con la jornada perfecta que merecían a causa del viento.

Todavía entonces no habían había pasado ni 24 horas de la salida del Gran Poder en la misma plaza de la Sagrada Familia. Y, sin embargo, el ambiente era radicalmente distinto. Del sofocante calor que a primeras horas de la tarde del Miércoles Santo había acompañado a la otra hermandad de la Bazán poco quedaba ya. Ahora, mientras que el tempranero cortejo de las Tres Caídas se desplegaba por la barriada se veía el Senatus volar al viento... El levante removía con fuerza las elegantes plumas del romano a caballo que apremia al Señor a que siga con su camino. Castigó duramente a la hermandad en estos primeros momentos de un larguísimo recorrido que concluiría a medianoche y que las marchas de la agrupación musical Isla de León y los mecíos de cargador antiguo de La Isla con los que trabajaba su cuadrilla hicieron más llevaderos.

La segunda hermandad del día se puso en camino a las cuatro de la tarde desde otro gran barrio, La Casería, que plantó también batalla al Levante cuando puso la cruz de guía de su hermandad del Perdón en la calle. Pronto, el camino de la cruz se llenó de solemnes capas blancas -capas de barrio- en busca del puente, momento clave de la tarde del Jueves Santo.

La imagen del crucificado -recién restaurada por un equipo de especialistas formado por Eduardo Martínez, Jesús Vidal y Antonio Sánchez- mostró su mejor cara a los suyos cuando asomó a la calle Magallanes y la banda de cornetas y tambores de las Tres Caídas de Dos Hermanas empezó a soplar. Pronto, la cuadrilla de la JCC abrió el compás para dar a esta cofradía el ágil paso que le caracteriza y que tanto se agradece en una Semana Santa que suele jugar en otra dimensión (en lo que a tiempos se refiere).

Portentoso e impresionante sobre su paso dorado, el Perdón regaló uno de los mejores momentos de la tarde. El viento, además, había bajado bastante en esos momentos, lo que llenó de ánimos cofrades la larga jornada que todavía quedaba por delante. Y, como siempre, el barrio de La Casería se llenó de gente para acompañar a la hermandad en estos primeros momentos de su recorrido.

Ya entonces en la Pastora, la hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Misericordia y María Santísima de la Piedad se preparaba para tomar la calle. Mientras los hermanos de negro y fajín de esparto azul se dirigían al templo, en la calle Real se cruzaban con el cortejo de la hermandad de las Tres Caídas que subía la calle Real desde Capitanía para hacer su entrada en la Carrera Oficial a las seis y cuarto de la tarde. Fue la primera en llegar al centro.

Le seguiría una hora más tarde el Perdón, tras su larga caminata desde La Casería. Mientras, Misericordia completaba la tarde del Jueves Santo recreándose por el barrio de la Pastora y Capitanía. Las colas sueltas de los hermanos de fila se enredaban al viento mientras la cruz de guía avanzaba hacia la calle Real y el palio de la Piedad -el gran paso de la Semana Santa de San Ferando- asomaba a la plaza de la Pastora a los sones de la banda de música de San José Artesano.

Su paso de misterio -que ayer mostró los nuevos ángeles querubines que se han realizado- empujó la jornada a vivir las últimas horas de una tarde muy animada y concurrida cuando hizo su estación de penitencia en la Iglesia Mayor Parroquial antes de entrar en la Carrera Oficial. El viento -menos intenso en esos momentos- no restó público a la calle, aunque dio paso a una noche fría y desapacible. El Jueves Santo es, de hecho, una de los días que mayor presencia de público suele concentrar, según los datos que maneja la Policía Local.

Volvió a mostrar también ayer el cortejo de la Misericordia las características capas azules para los miembros de la junta de gobierno y portadores de insignias de las que prescindió durante varios años.

Cuando el palio de la Piedad enfilaba la recta final de la Carrera Oficial se produjo también el incidente de la tarde al desprenderse restos de una cornisa de un edificio de la calle Real colindante a la tribuna de autoridades. La Policía Local tuvo que acordonar la zona y se dio aviso a los bomberos para que resanaran la fachada, aunque nadie sufrió ningún percance según informaba anoche el servicio de Protección Civil.

Y mientras las cofradías cumplían en el centro con la Carrera Oficial, la jornada del Jueves Santo quedó a la espera de la última cofradía: la del Silencio, que a las nueve y media de la noche salió de la parroquia castrense de San Francisco de Asís para rematar la faena cofrade. El centro se quedó completamente a oscuras -sin contar siquiera el apoyo de los cirios- para cumplir con esta otra tradición que acompaña a las últimas horas del Jueves Santo mientras el Cristo de la Expiración avanzaba por la calle Real y giraba por Sánchez Cerquero para encaminarse hacia la plaza del Rey. La calle mostraba entonces un animado aspecto.

A esas horas, La Isla esperaba ya a su gran noche, la madrugada del Viernes Santo en la que reina en solitario la hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y que tenía prevista su salida a las dos de la madrugada.

El día, no obstante, se vivió de una manera especialmente intensa en el interior de la Iglesia Mayor, al que acudieron numerosos isleños para ver a los titulares de esta gran hermandad ya preparados y dispuestos sobre sus pasos procesionales para afrontar su estación de penitencia. Forma parte del rito de esta otra espera que marca la Semana Santa isleña.

Por la mañana, el alcalde, José Loaiza, acompañado de varios miembros de la Corporación Municipal, hizo entrega al hermano mayor de la hermandad, Miguel Ángel Cruceira, del bastón de mando que a la noche procesionaría con la popular imagen, que desde el año 2010 es Regidor Perpetuo de la ciudad. También se entregó una nueva insignia que formará parte del cortejo penitencial y que pone de manifiesto esa distinción: una bandera con los escudos de la ciudad y la cruz de Jersualén que la hermandad del Nazareno tiene por escudo, que fue bendecida en esta ceremonia protocolaria que se repite desde hace ya cinco años y que concluyó con la foto de familia delante de los titulares de la cofradía

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