ESTA tarde llegará al cantil del muelle-ciudad la Cruz del Papa, acompañada por el Icono de María. Vendrán a bordo del Vapor del Puerto acompañada (si el levantazo y la autoridad competente lo permiten) por una flotilla de embarcaciones deportivas, cuyos patrones y tripulantes quieren adherirse entrañablemente a este primer encuentro de la Cruz del Papa con la diócesis.

Ciertamente constatamos un magnífico ambiente de acogida, con mucha expectación y un buen clima religioso, evidentemente novedoso, para esta vivencia, tan preparada y plena de actos. Hay ganas. Y hay juventud en sus muchas iniciativas. La Cruz y el icono, estarán en Cádiz desde hoy hasta el domingo. Y luego continuarán su camino a lo largo y ancho de la diócesis y de Ceuta.

Pero ¿qué es esta Cruz? Corría el año 1984 cuando el Papa Juan Pablo II tuvo la magnífica iniciativa de implantar una gran cruz de madera, de casi cuatro metros de altura, presidiendo, cerca del Altar Mayor de la Basílica de San Pedro, las ceremonias y celebraciones de aquel año Santo. Y a su finalización, decidió entregar la Cruz a los jóvenes para que, comprometidos con ella, la llevaran físicamente por todo el mundo, como signo y mensaje del amor de Jesús. Y a partir de aquél momento, la Cruz y el Icono, de la mano y responsabilidad de los jóvenes, han recorrido los cinco continentes; y los han hecho presentes de manera muy espacialísima en aquellos lugares donde mayor solidaridad y consuelo era necesaria; como la italiana región de los Abruzos tras su terrible terremoto; o la zona cero de Nueva York tras el tremendo atentado de las torres gemelas. Ojalá su visita a Cádiz produzca, entre otros positivos efectos, el milagro de una sensible mejora de la crisis y del paro.

La presencia de la Cruz del Papa refuerza e impulsa la campaña hacia el Día Mundial de la Juventud, ya tan cercano, con la visita del Papa a la multitud de jóvenes que se van a concentrar en Madrid. Las familias cristianas tienen el ferviente deseo de que nuestros jóvenes encuentren en estas efemérides claras oportunidades y frutos de reencuentro, de actualización y de profunda convivencia con la figura del Cristo Vivo que, una vez más, sale a su encuentro.