Semana Santa

Aniversario de los comienzos

  • La cofradía de la Expiración nació gracias al empeño y a una promesa de la bisabuela del actual hermano mayor

La lucha de una mujer. El cumplimiento de la promesa de una madre desesperada ante la grave enfermedad de su hija pequeña es el origen de la que hoy es la Muy Ilustre y Venerable Cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración y María Santísima de la Victoria, una hermandad que este año cumple el 75 aniversario de la constitución de la Junta Pro-Cultos del Santísimo Cristo de la Expiración. 

María Teresa Fernández López, hermana número 1 de la cofradía, madre del actual hermano mayor -Vicente Rodríguez- y nieta de la fundadora relata cómo su abuela, María Teresa de la Cruz y Gurri, le contaba cuando ella era niña la historia del Cristo al que tanta devoción tenía. Una devoción que transmitió a sus descendientes y que aún hoy conservan. 

 

Esta mujer narra que su abuela estaba casada con un médico destinado en Ceuta. Al quedarse viuda, con 33 años y una niña pequeña, se vino a vivir a Cádiz con su madre, frente a la parroquia de San Lorenzo. La niña se puso muy enferma y los médicos la desahuciaron. Entonces, María Teresa fue a rezarle a un Cristo que había en una urna "sucia y llena de telarañas" en San Lorenzo, y le prometió que si salvaba a su hija, le fundaría una cofradía y le cuidaría toda su vida. Y así fue. La niña se curó y esta mujer se desvivió para que el Cristo estuviese siempre limpio y llegase a tener su cofradía.

 

María Teresa de la Cruz y Gurri escribió a mano cómo empezó la devoción por esta imagen que, inicialmente, se encontraba en una urna de cristal. En este manuscrito, del que la cofradía conserva una copia, la mujer cuenta que en 1926, al cambiarse el Cristo de ubicación, el párroco de San Lorenzo, José Malvares, "conociendo la devoción y el fervor que le profesaba por favores recibidos" le encarga oficialmente el cuidado de esta imagen a ella, convirtiéndose así en su camarista.

 

Como María Teresa no contaba con medios económicos, comenzó a pedir por las casas y comercios para poder hacer varios manteles para vestir el altar. De la misma forma, consiguió el dinero necesario para poder pagar el jubileo circular y un tríduo. Incluso, gracias a estas limosnas, comenzó a sacar al Cristo en procesión, uniéndose a otras cofradías, como Servitas o Santo Entierro.

 

Su nieta relata que la abuela le contaba que, "cuando saltó la Guerra Civil, al entrar un día en la iglesia se encontró el Cristo pintado de rojo. Entonces, ayudada por la mujer que trabajaba en su casa, fueron a limpiarle la pintura. Y tuvieron que hacerlo varias veces, porque la imagen apareció pintada en más ocasiones. Cuando acabó la guerra, un día la llamó la Policía y le enseñaron una lista de gente para fusilar y ella era la primera de la lista. Por lo visto, un confitero de la calle Hospital de Mujeres había ido a dar parte de que ella iba a rezar y a limpiar al Cristo".

 

María Teresa Fernández López afirma que siempre estuvo muy unida a su abuela y que, desde que era una niña y hasta los años 60 que se quedó embarazada por primera vez, le ayudaba a limpiar el Cristo. "Luego continuó mi hermana pequeña", afirma.

 

"Para nosotros, el Cristo era uno más de la familia. Mi abuela, que era pintora, le pintó el Cristo a cada uno de mis hijos. El del pequeño, que es ahora el hermano mayor de la cofradía, lo pintó de memoria porque al final se quedó ciega. Pero ella lo pintó porque lo tenía en su pensamiento", señala María Teresa Fernández.

 

Además de la familia de esta mujer, actualmente, en la cofradía hay varios descendientes de los fundadores, como Joaquín Díaz Rodríguez, que fue hermano mayor y es hijo de Fernando Díaz Rubio. Joaquín cuenta que cuando se constituyó la Junta Pro-Cultos, en 1938, él estaba a punto de cumplir cuatro años. Toda su familia también está vinculada a la cofradía. Su hermano José fue vicehermano mayor y mayordomo. Su tío Francisco Orellana y su primo José Luis Orellana también se encuentran entre los fundadores.

 

Joaquín señala que hoy continúan siendo hermanos de la cofradía otras personas que, como él y María Teresa, eran niños cuando se fundó, como José Joaquín Fernández López, José Luis Orellana, Andrés Cotorruelo o Enrique Arroyo, todos ellos hijos, nietos o sobrinos de fundadores.

 

Vicente Rodríguez, actual hermano mayor, explica que el hecho de que pasaran varios años entre la solicitud de erigir canónicamente la cofradía y la constitución de la hermandad, que fue en 1944, se debe a que la diócesis se encontraba sin obispo desde 1932 por fallecimiento en accidente automovilístico de Marcial López Criado, y no se nombró otro hasta varios años después de terminar la guerra. De hecho, en Cádiz hay varias cofradías erigidas en 1944, tras la llegada del nuevo obispo.

 

José Manuel Cantero Mateos, fiscal de la cofradía, comenta que los primeros años que procesionó la hermandad, los pasos salían de la calle Armengual, donde se encuentra la puerta lateral de la parroquia de San Lorenzo y donde hoy en día todavía pueden verse las argollas que servían para montar los toldos bajo los que se armaban los pasos. Asimismo, en años posteriores, el Cristo llegó a salir de la Pastora y la Virgen de la Victoria -llamada así por la victoria de la guerra-, de la explanada del antiguo hospital psiquiátrico en la calle Sagasta.

 

Al trasladarse la cofradía a San Antonio en 1978 y posteriormente a la parroquia castrense, el palio de la Virgen, como no cabía por la puerta de la iglesia, se montaba en la plaza del Falla, saliendo desde allí en procesión. El Cristo salía del patio de la Facultad de Medicina. Y siguió siendo así hasta el año 1982, cuando se agrandó la puerta de la iglesia castrense y, por fin, la procesión entera pudo salir desde un templo, ya que por la amplitud del paso de palio la Virgen nunca había podido salir de una iglesia.

Desde entonces, la cofradía sale desde el Santo Ángel. Ojalá que la lluvia no impida que esta hermandad pueda celebrar el 75 aniversario de laconstitución de la Junta Pro-Cultos en la calle.

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