El Palquillo

Los impresionantes frescos de Juan Miguel Sánchez que adornan Santa Teresa

El presbiterio de Santa Teresa y el espectacular fresco de Juan Miguel Sánchez.

El presbiterio de Santa Teresa y el espectacular fresco de Juan Miguel Sánchez. / José Ángel García

Un templo contemporáneo de una gran personalidad y valía artística. La Parroquia de Santa Teresa, que el Señor del Gran Poder visitará por segunda vez, es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura religiosa desarrollada en Sevilla en la segunda mitad del siglo XX. A ello, hay que sumar la excelente decoración con pinturas al fresco realizadas por el pintor Juan Miguel Sánchez.

La parroquia de Santa Teresa fue construida en el año 1961 por lo arquitectos Alberto Balbontín y Antonio Delgado Roig, los mismos autores de la basílica del Gran Poder. Del templo destaca su espacialidad, su bóveda y la decoración de Juan Miguel Sánchez. “Pintó hasta catorce paramentos distintos, los de mayor extensión de toda su carrera, junto con los de la estación de autobuses del Prado de San Sebastián. Es una pintura de madurez, se encuentra en su nivel más alto”, explica Andrés Luque Teruel, profesor de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla. Casualmente, las tareas de decoración para la parroquia de Santa Teresa coincide coinciden con la realización de los diseños para el paso de palio de la Virgen de los Ángel de la Hermandad de los Negritos, la apuesta más innovadora de las cofradías sevillanas desde los años 50 del pasado siglo.

Detalle de uno de los evangelistas. Detalle de uno de los evangelistas.

Detalle de uno de los evangelistas. / José Ángel García

Las pinturas murales de Juan Miguel Sánchez son las auténticas protagonistas de este templo, que tiene una planta de 35 por 25 metros. La escena central del presbiterio está dedicada a la transverberación de Santa Teresa. En la zona superior está representada la Santísima Trinidad y en los muros laterales hay dos grandes parejas de ángeles. En el friso, Juan Miguel pintó a doce monjas carmelitas. La decoración se completa con cuatro murales de los evangelistas, paisajes en los laterales en los que se inserta una original representación del vía crucis, composiciones florales, una alegoría de la eucaristía en la capilla del sagrario, y una versión del bautismo de Cristo para la capilla del Baptisterio.

Paisaje a los pies de la iglesia en el que se inserta el vía crucis. Paisaje a los pies de la iglesia en el que se inserta el vía crucis.

Paisaje a los pies de la iglesia en el que se inserta el vía crucis. / José Ángel García

“A Juan Miguel le causó un gran impacto la pintura de Bacarisas. Aquí su lenguaje estético es más transgresor porque depura al máximo su estilo. Toda la composición está muy conseguida y equilibrada. Es sumamente interesante la definición del dibujo. Emplea muy bien el color y la luz”, resalta Luque Teruel.

Juan Miguel Sánchez se puede considerar uno de los mejores pintores muralistas de su época en toda España. La decoración realizada para este templo son el culmen de su producción y, junto a los realizados por Santiago del Campo en otras iglesias, como la del Polígono de San Pablo, suponen una gran aportación al arte contemporáneo sevillano.

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