Diario Cofrade

Gestos

  • Proliferan las dedicatorias a base de detalles en la puesta en escena de una cofradía en la calle

  • El pequeño Gabriel Cruz está muy presente esta Semana Santa

El capataz de Angustias, Melchor Mateo, llevó ayer un pescadito colgado de su martillo en recuerdo de Gabriel Cruz.

El capataz de Angustias, Melchor Mateo, llevó ayer un pescadito colgado de su martillo en recuerdo de Gabriel Cruz. / julio gonzález

En su día, siglos atrás, fueron creadas para ayudarse entre ellos, llamados hermanos; y ese espíritu que dio origen a la fundación de las hermandades sigue vigente en la actualidad. Y cada vez con más fuerza. El apoyo a los hermanos que peor lo están pasando, el recuerdo de los que se marcharon, la dedicatoria a los protagonistas de algún hecho de actualidad están cada vez más presentes en las estaciones de penitencia. Es la Semana Santa de los gestos, donde todo tiene cada vez una lectura más argumentada de por qué se expone así.

Las velas de los palios y de los pasos de misterio ya no sólo cumplen la función de iluminar a las imágenes que van encima de los pasos, sino que también han adquirido el sentido sentimental de encenderse especialmente por alguien o algo; lo inició Vera-Cruz hace unos años con varios de los cirios de Soledad, y muchas son ya las cofradías que lo hacen. Las marchas procesionales ya no sólo sirven para acompañar musicalmente a determinado paso, sino que también se utilizan de especial dedicatoria, como por ejemplo anunció Borriquita para el pasado Domingo en Palillero, donde interpretó Esperanza de Vida como guiño a todos los trasplantados de órganos, que para todos ellos dedicó Marvizón esa partitura.

El pequeño Gabriel Cruz es el que este año ha copado el protagonismo absoluto de esta Semana Santa de los gestos. Los pescaditos se repiten una y otra vez en los cortejos procesionales. Los vimos el Domingo en el cirio que portaba el pequeño Nondedeu en el segundo tramo de La Cena, o en una de las Marías de Amparo; los vimos el Lunes en Soledad de Vera-Cruz. Y los volvimos a ver ayer en Piedad, con otro cirio pintado en el palio de Lágrimas; el Caído, presente en cada camiseta de la cuadrilla de Desamparados; o Ecce-Homo, con un lazo blanco en el primera varal izquierdo del palio, con un pescadito colgando del martillo del capataz de Angustias y con una eucaristía aplicada especialmente al mediodía de ayer. En la pleamar de fervor que decía Juan Carlos Torrejón que es la Pasión gaditana, el pescadito se repite una y otra vez. Hoy los volveremos a ver en Las Aguas, colgando del lazo negro con el que la hermandad recuerda cada año a los hermanos fallecidos. Y así hasta el final de la semana, trascendiendo a la Semana Santa de Cádiz una noticia -la de este pequeño almeriense- que ciertamente ha conmocionado a la sociedad en estas últimas semanas.

Pero no sólo Gabriel está presente en el recuerdo de las hermandades. La noticia que impactó ayer al mundo cofrade de la pérdida de Rafael Corbacho tuvo una rápida respuesta en una de sus hermandades, Piedad, de la que era hermano número 2 y que colocó a la Virgen de las Lágrimas una medalla en su nombre.

Otra pérdida que fue muy lamentada y que estará presente en esta Semana Santa es la del capataz de Expiración, Francisco Vázquez, a quien se le dedicará una emotiva salida desde Santa María en la que la música estará ausente.

Horas antes, la hermandad del Perdón dedicará el regreso de la Virgen del Rosario a las calles de la ciudad a todas las personas enfermas de cáncer, especialmente a las mujeres que luchan contra el cáncer de mama y a las que hasta en tres casos ha ayudado esta Dolorosa con uno de sus pañuelos que ha acompañado durante la enfermedad a tres hermanas o devotas. Por todas ellas, el palio estará exornado con flores de color rosa.

Homenajes con nombre y apellidos y gestos prácticamente anónimos que se repiten estos días. Como el de Vera-Cruz, que ha dedicado a una de esas mujeres anónimas que formaba parte hasta el pasado año de la legión penitencial que marcha tras los pasos. Siempre tras tu manto, se ha titulado la composición, que homenajea a una hermana que hasta su fallecimiento (con 87 años, que ahí es nada en estos tiempos donde todo son excusas para no acompañar a las imágenes) acompañó cada Lunes Santo a la Virgen de la Soledad. La hermandad con sus hermanos. Los detalles para mostrar el cariño y el apoyo en momentos delicados; gestos que en muchos casos sostienen o refuerzan la fe del pueblo. Miren si no el manto de la Esperanza del Amor en San Francisco, fíjense en su lado derecho. ¿Qué historia encerrará ese pipo que cuelga del terciopelo verde?

La Semana Santa de los gestos llega hoy a su ecuador.

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