Diario Cofrade

Apellidos para el futuro

  • Generaciones de cofrades se dan cita en la iglesia de San Pablo

  • Ecce-Homo dedicó la salida a los niños asesinados y maltratados

SOLO la tradición legada a generaciones puede mantener la Semana Santa en el tiempo. Por eso Melchor Mateo, una institución en la archicofradía, lucía ayer en San Pablo la mejor de sus sonrisas. Su hijo Melchor iba a mandar de capataz el paso de palio y su hija Rocío procesionaba con túnica. Y tres nietos en el cortejo: Lupe, Gonzalo y Nacho. El cuarto, nacido en Madrid hace escasas fechas, también llegaba a la iglesia en brazos de su madre, Almudena. Un apellido ligado a una hermandad es una garantía de futuro. Que se lo digan a la familia Ceballos. El pequeñín, de nombre Gonzalo, con tan solo 42 días dormitaba en brazos de su madre con el ropaje de monaguillo. Por algo decía antes de la salida el hermano mayor, Ramón Sánchez Heredia, que la hermandad está "avanzando y mejorando con la gente joven que entra".

Dedicaba Ecce-Homo la salida procesional a los niños asesinados y maltratados, como explicó Sánchez Heredia dirigiéndose a los hermanos justo antes de la salida. Precisamente, Melchor Mateo coronaba el cordón de su martillo con un 'pescaíto' en recuerdo del niño Gabriel. El cordón, por cierto, era de color rosa en homenaje a las mujeres enfermas de cáncer de mama.

El director espiritual y rector de San Pablo, Manuel de la Puente, pedía a Dios "que nos ayude a ser buenos cristianos" y deseaba "una buena procesión". Seis minutos antes de la hora convenida, a las 18.24, aparecía la cruz de guía por el dintel de San Pablo. En ese momento, la banda que iba a acompañar a la Virgen, la del Nazareno de San Fernando, interpretaba la marcha Ecce-Homo, del maestro Escobar. Lo mismo hizo a la salida de los dos pasos. El de misterio, portando al hermoso Cristo de José Montes de Oca y mandado por el capataz Juan Manuel López, iniciaba su andar por la calle Ancha a los sones de 'Soledad de San Pablo', que tocaba la Banda de Cornetas y Tambores de la Vera-Cruz de Utrera. Tras el paso, la escuadra de romanos. Minutos después salía al exterior el palio de la Virgen de las Angustias. La imagen mariana vestía su nuevo manto, donado por los cargadores y confeccionado por dos hermanos. Delante del cuerpo de acólitas desfilaban aspirantes de 1º de Infantería de Marina y del Cuerpo General de la Armada. El cortejo enfilaba una calle Ancha sin sillas mientras que detrás del palio sonaba Macarena de Cebrián. Ecce-Homo iba a cerrar los cortejos del Martes Santo gaditano.

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