Soledad Mazo. Poeta y pintura

Una mujer luchadora, que mantuvo viva su pasión por la pintura y la poesía

A ojos ajenos la vida de la poeta y pintora Soledad Mazo podría resultar maravillosa. Su obra y su implicación en el mundo cultural isleño provocan esa impresión. Sin embargo, sin el esfuerzo y la lucha de esta mujer por sacar adelante a su familia y por superarse, su historia no hubiera llegado a esa ilusión de fantasía, plasmada en la obra pictórica y escrita que deja. 

 

Las desvelaciones de su hija Gloria son una especie de narración y descripción de cómo era su madre, de la situación que vivió y del empeño por avanzar en la vida. "En Venezuela era una superviviente", comenta. Allí se trasladó con su marido, tuvo cuatro hijos y ya separada sacó a su familia adelante. "Pintaba y vendía sus cuadros o los cambiaba por cosas que necesitáramos", continúa Gloria. Soledad, siempre bohemia, no tenía estudios. "Con la guerra no tuve tiempo de ir a la escuela", explicaba hace años en una entrevista. Aprendió a leer y a escribir con la familia que la recogió en Francia.

 

De vuelta a España, en Cádiz trabaja como costurera en la clínica San Rafael, a la vez que sigue pintando, cómoda en el estilo naif y espledorosa en el manejo del color. La afición por la literatura le llegaría tarde, con casi 30 años. "Siempre había escrito, pero fue con 60 años más o menos cuando comenzó a mostrar su poesía, a acudir a tertulias ", añade la hija, sentada junto a su madre, ya muy mayor y aquejada de alzheimer.

 

A pesar de esos problemas de memoria, los recuerdos de Mazo siguen vivos. "Los nietos están encantados. Les pasan sus escritos, las poesías a ordenador y guardan sus dibujos en carpetas", señala Gloria, emocionada como toda la familia por el reconocimiento de San Fernando a su madre.

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