En abril cumplió 20 años. Con más de 2.500 fondos inventariados y 19 salas, el Museo Naval de la Armada espera desde hace unos años su traslado a las antiguas dependencias de Capitanía, en plena calle Real, lo que supondrá un salto cualitativo para las instalaciones y lo que, a buen seguro, terminará por convertirlas en uno de los grandes atractivos del centro al encajar mejor en la oferta turística local y en los proyectos de futuro que la ciudad ansía poner en marcha desde hace décadas y que ahora se han visto frenados por la crisis.
El traslado, que estaba inicialmente previsto llevarse a cabo en 2009, fue aplazado por la llegada del comandante general de Infantería de Marina y su estado mayor, que aprovechó las céntricas y remozadas instalaciones de la Armada para ubicar su cuartel general de manera provisional, mientras no se llevaban a cabo las obras para construir una nueva comandancia en los terrenos del antiguo Cuartel de Instrucción de Marinería (CIM).
La buena noticia es que estas obras están llevándose a cabo desde finales de 2011. Y que -si la crisis y los recortes presupuestarios lo permiten- tienen previsto terminar en verano de 2013. Para esa fecha, el comandante general de Infantería de Marina y su equipo se trasladarían a su nueva sede, en la población naval de San Carlos, y dejaría expedita la antigua y céntrica Capitanía General. El traslado del Museo Naval desde las dependencias de la Escuela de Suboficiales tendrá entonces vía libre. Si se cumplen los plazos, será dentro de un año. En el Museo -que actualmente dirige Juan Manuel Vélez Sueiras- cuentan ya incluso con un proyecto redactado para afrontar el traslado y acondicionamiento de los fondos. Claro que la apertura de las nuevas instalaciones requerirá en su momento de una importante inversión para garantizar su correcto funcionamiento: limpieza, vigilancia, servicios... Son muchos todavía los aspectos que tienen que resolverse para que la flamante pinacoteca naval sea una realidad. Y la situación resulta bastante complicada. Pero el proyecto -y el edificio, en el que Defensa ha realizado una importante inversión- está ahí.
Entretanto, el Museo, que hace apenas una semana ha cumplido su 20 aniversario, acaba de incluir en sus fondos una maqueta que muestra a los visitantes la grandiosidad del inacabado proyecto que fue la población naval de San Carlos. Su inauguración, como explica su director, Vélez Sueriras, se hizo coincidir con el aniversario del Museo a modo de gesto simbólico, de acto conmemorativo.
También, el Museo, emplazado junto al Panteón de Marinos Ilustres, acaba del abrir sus puertas tras un obligado cierre de varios meses provocado por la ausencia de limpiadoras. El conflicto laboral de Piorsa, sobradamente conocido en la ciudad, dejó sin personal a estas instalaciones y la dirección propuso entonces al almirante de La Carraca su cierre temporal, hasta que no se rescindiera el contrato y volviera a adjudicarse el servicio.
Ahora, el Museo ha reabierto sus puertas, una noticia que coincide con la celebración de sus dos décadas de vida. "Estamos abiertos como siempre, de lunes a viernes para visitas por grupos (de diez y media de la mañana a una y media de la tarde), que tienen que ser concertadas con la Oficina de Turismo de San Fernando, y los sábados y domingos para visitas libres", explica su comandante director. Normalmente, el paquete de la visita incluye el recorrido por el majestuoso Panteón de Marinos Ilustres, lo que convierte a la oferta en uno de los grandes atractivos culturales de la ciudad y de la Armada.
A pesar de todo, el Museo Naval, quizá por estar ubicado en un recinto militar alejado del centro de la ciudad, es todo un desconocido, aunque sus fondos -algunos valiosos y casi todos muy curiosos e interesantes- sorprenden gratamente a todo aquel que se adentra entre sus salas. No en vano, la exposición permite en cierto modo un viaje al pasado para conocer y repasar toda la historia de la Armada, que viene a ser algo así como el alma de La Isla.
El director Vélez Sueiras pone en la mesa un dato de interés: al año, normalmente, el Museo Naval recibe unas 7.000 visitas al año. En Ferrol, donde el Museo se emplaza en el centro de la ciudad, la cifra de visitantes se multiplica por diez. Es lo que se espera también que ocurra cuando por fin se pueda llevar a cabo el traslado a Capitanía.
Entretanto, el Museo, con veinte años a sus espaldas, afronta una pequeña remodelación de sus salas para reordenar los fondos, organizarlos y mostrarlos de mejor manera al visitante. Y, lo más importante, ha vuelto a abrir sus puertas para mostrar su valioso contenido.
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