Hace un año y un mes que la asociación gaditana Calor en la noche comenzó a recorrer la ciudad -al principio la parte del centro- para atender a las personas sin hogar que dormían en la calle por la noche. Cada viernes los primeros voluntarios, provistos de caldo casero, café, leche, colacao y bocadillos; mantas, sacos de dormir y alguna muda, salían para tratar de pasar un rato con estas personas. De cuatro que comenzaron esta labor solidaria en este tiempo han pasado a ser 72 voluntarios, con la inscripción oficial como la delegación isleña.

El perfil del voluntario es muy diverso: hay desde jóvenes veinteañeros hasta personas de 84 años, hombres y mujeres. "El tema del voluntariado ha sido excepcional. Muchos se han acercado al saber de nuestra labor por las redes sociales. También hay gente vinculada a La Salle", explica Rafael Torres, secretario de esta entidad en Cádiz, y que coordina el trabajo que se realiza en San Fernando, donde la atención a estas personas se ha extendido también a los martes ante la posibilidad que les ha abierto contar con la implicación de tantos ciudadanos.

Todo comenzó porque Rafael, que vive en La Isla y llevaba diez años realizando esta actividad en Cádiz, decidió dar una vuelta por el municipio con las provisiones que algún viernes por la noche le sobraban de la localidad vecina. De ahí que surgiera la opción de organizarse para atender también a los transeúntes de las calles isleñas. "Al principio, como nos pasaba en Cádiz, te encuentras con rechazo, incredulidad. Pero a poco sigues acudiendo y te esperan, con ganas sobre todo de charlar, de que estés con ellos un rato y de que los escuches", cuenta Torres. Es la parte más importante de esta iniciativa, que se desarrolla en La Isla todos los viernes del año -excepto el Viernes Santo y el viernes de Feria- y desde hace un tiempo los martes, porque se comparte tiempo con estas personas que tienen una vida muy solitaria.

Curiosamente, Calor en la noche ha percibido diferencias entre el comportamiento en Cádiz y en San Fernando de los sin techo. Aquí, reconocen, encuentran muchas personas de estancia corta. Eso hace que una semana encuentren ocho y otra suban a veinticuatro, por ejemplo. Eso sí, tienen a unas doce o trece personas localizadas, transeúntes que normalmente escogen la misma zona para dormir por las noches. "Empezamos por el centro, pero después hemos ido ampliando a otros sitios, como el área de Bahía Sur o La Casería", comenta Rafael Torres.

Les llevan bebida caliente y algo de comida, también ropa limpia y material de abrigo, y atienden otras necesidades cuando hace falta. "Nos encontramos con que una de estas personas se había caído y se le habían roto las gafas, así que nos pidió si podíamos ayudarlo. Lo llevamos a una óptica", detalla. Lo sufragan con las donaciones particulares que reciben o con la venta de algunos productos o de las entradas de algunas fiestas, como la de magia que hicieron en diciembre.