La alegría de la mañana de Pascua ha vuelto a revestirse con el vistoso hábito de los nazarenos de blanco que salen de la iglesia del Parque para poner el punto final a una Semana Santa que, irremediablemente, ha vuelto a quedarse a medias, no tanto por la lluvia sino más bien por su persistente amenaza desde la jornada del Miércoles Santo.

Claro que también esta Semana Santa que se va ha dejado en el recuerdo momentos realmente memorables, hazañas cofradieras y jornadas verdaderamente espléndidas, como las que se vivieron durante sus inicios. Ha sido, en definitiva, una Semana Santa con todos sus ingredientes y, desde luego, no exenta de emociones a la que la hermandad de la Sagrada Resurrección ha echado definitivamente el cierre en la mañana y primeras horas de la tarde.

Esa es, precisamente, la función que esta joven hermandad tiene encomendada desde que realizara su primera salida, allá por 2005. Pocos son los que se acuerdan ya de esa procesión colectiva de todas las hermandades y de ese modesto Resucitado de Olot que durante tantos años se encargó de celebrar la mañana de Pascua desde la Iglesia Mayor Parroquial. De hecho, el cambio que supuso la creación de esta hermandad hace ya década y media fue radical.

El Cristo pálido y exangüe del Resucitado –una de las últimas obras de Alfonso Berraquero para la Semana Santa isleña– se ha echado a la calle desde la parroquia de San José Artesano a primeras horas de una mañana que ha comenzado entre densas nubes y algunas dudas –aunque con previsiones meteorológicas favorables– y que ha ido evolucionando hacia un glorioso sol de mediodía, como corresponde a esta última jornada.

Y a esa soleada mañana de domingo La Isla se ha engachado cuando la hermandad dejaba atrás la Carrera Oficial –que se despedía también así de la Semana Santa– y buscaba el interior del parque Almirante Laulhé, el escenario predilecto por los isleños para disfrutar de estos últimos momentos cofrades y despedirse de la Semana Santa... Hasta el año que viene.

Como en otras hermandades, también el Resucitado tiene dos partes bien diferenciadas en el recorrido procesional que lleva a cabo por las calles de la ciudad. La primera, por la mañana temprano, cuando sale de la iglesia del Parque y recorre las calles García de la Herrán, Antonio López, González Hontoria, Rosario... Así hasta desembarcar en la plaza de la Iglesia y llegar a la Iglesia Mayor a mediodía en la mañana del Domingo de Gloria, un gesto cofrade cargado de significado en el día más imporante para la confesión católica. 

En La Isla, la gloriosa mañana de Pascua se vive también al modo cofrade

La segunda parte, claro está, es su regreso a San José Artesano y su discurrir por el interior del parque Almirante Laulhé, que siempre se vuelve cofrade cuando llega la Semana Santa y que aquí brinda el escenario perfecto para que la hermandad se recree en los últimos minutos que quedan de Semana Santa. Son muchos los que acompañan a la cofradía en estos momentos finales que irremediablemente saben a despedida en toda regla.

En La Isla, la mañana de Pascua en la que suenan las campanas de gloria y se deja atrás la vigilia de la noche anterior, habla también el lenguaje cofrade, se viste de penitente y saca una procesión a la calle, con sus cuerpo de acólitos, sus ciriales, su paso dorado, su cuadrilla de hermanos cargadores, sus marchas procesionales... Por cierto, ha sido la Banda Sinfónica de San Fernando la que se ha encargado de acompañar al Cristo Resucitado en la última procesión de la Semana Santa isleña y la que ha hecho que en La Isla se escuchen las últimas marchas procesionales de Semana Santa. Y en el cortejo del Resucitado ha vuelto a verse ese vínculo histórico con la carga y los cargadores que esta hermandad lleva a gala desde su fundación y que refrenda cada año con la concesión del título honorífico de Cargador Distinguido.