San Fernando

José Carlos Fernández evoca en su pregón a La Isla más cofradiera

  • El pregonero desgranó y definió en el Teatro de las Cortes cada una de las jornadas de la Semana Santa y se recreó en el ambiente de cada hermandad, en su gente, en sus titulares, en sus rincones favoritos

Pocas cosas dejó sin contar ayer en el Real Teatro de las Cortes el escritor José Carlos Fernández Moreno, que proclamó a golpe de llamador -así lo hizo al final de su pregón- la llegada de la Semana Santa a La Isla.

Durante más de dos horas y media ante el atril, el pregonero desgranó cada una de las jornadas de la Semana Mayor no sin antes, con la experiencia que brindan más de 80 pregones, pulsionar los sentimientos más cofrades a través de los sentidos -desde el olor de los tradicionales almacenes hasta los colores más característicos de cada una de las hermandades de penitencia- y a través también de la nostalgia, de los recuerdos, de las alusiones a La Isla más cofradiera, más tradicional.

Tuvo además el pregón una dedicatoria muy especial: "a todos los cofrades que cada año hacen posible el milagro de la Semana Santa". Se refería José Carlos Fernández a todas aquellas personas anónimas que trabajan en el silencio de las hermandades, a los que se ocultan tras el antifaz en la Semana Santa. Fue un momento brillante de su exaltación.

El pregonero no sólo habló de cofradías y de hermandades, de sus cristos y de sus vírgenes. Habló de su ambiente, del que rodea la expectación de cada una de las jornadas santas. Y habló de su gente, de la gente de las cofradías. Hubo así mucho nombre propio en este pregón, nombres de personas -cofrades íntegros de la cabeza a los pies- que han hecho grande a la Semana Santa de La Isla. Tuvo José Carlos Fernández palabras de amor, de delicadeza, de devoción y de admiración para las imágenes de la Semana Santa isleña. Excepcionales fueron los versos que dedicó a Gracia y Esperanza, el evocador momento que utilizó para hablar de Columna, sus alusiones a las manos de los Cristos, el entusiasmo con el que aludió a la Caridad, al señero sabor de la Vera-Cruz, al impactante Silencio, a la noche de Jesús Nazareno, la madrugada del Viernes Santo... Fueron las palabras de un experto, de un veterano cofrade que ha vivido todo y cuanto rodea a la Semana Santa en las últimas décadas, que sabe del esfuerzo de algunas hermandades, de la ilusión de otras, de lo que había tras esos grupos de personas que hacían realidad las cofradías. Y que sabe que cada una de las jornadas de la Semana Santa guarda su sabor, su sello particular, su tradición única: el Domingo de Ramos, la jornada de la ilusión; el Lunes Santo, la más cofrade; el Martes, la más mariana; el Miércoles, la de la tradición; el Jueves, la más grande de la Semana Santa; y el Viernes, la de la solemnidad. Incluso habló el pregonero del ambiente de un Sábado Santo sin procesiones y de la transformación de la mañana del Domingo de Ramos que ha brindado la reciente creación de la hermandad de la Resurrección.

No olvidó José Carlos aludir también a la geografía cofrade isleña, una lección que demostró tener más que aprendida: las calles Comedias, Siete Revueltas, el Camino de la Cruz y, por supuesto, Real se convirtieron así con las palabras del pregonero en algo más que el simple escenario de las cofradías isleñas. Mención especial, como era de esperar, recibió la calle Ancha, "la Carrera Oficial de los sentimientos que preside el corazón".

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