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semana del mayor | una realidad social

La Isla se hace mayor

  • Más de 18.000 isleños supera los 60 años, según las estadísticas La ciudad, sin embargo, sigue siendo deficitaria en recursos y equipamientos para este activo sector de la población

Un 13,96 por ciento de la población isleña tiene más de 65 años, según el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía. El Ayuntamiento, tomando como base el padrón municipal, eleva y redondea esta cifra hasta el 15 por ciento. El último recuento oficial llevado a cabo por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2014 contabiliza hasta 13.427 habitantes de San Fernando en esta franja de edad, una cifra que se eleva a los 18.341 isleños -en una población que no llega a los cien mil- si se amplía el recuento para incluir a los que ya han cumplido los 60.

La Isla se hace mayor. Es una realidad social patente que esta semana, en la que se ha celebrado el Día Internacional de las Personas con Edad con numerosas actividades, se ha puesto nuevamente de manifiesto. Representantes de algunas de las principales asociaciones locales que trabajan con los mayores corroboran este argumento que esbozan las estadísticas oficiales al tiempo que hablan de las necesidades del colectivo, de sus demandas y de sus inquietudes.

"No hay ninguna duda. San Fernando es una ciudad de personas mayores", apunta Hermenegildo Leiva, presidente del Centro de Participación Activa, conocido antiguamente como el Hogar del Pensionista. Su compañero, Manuel Cubero, comparte también esta misma visión. Tiene que ver con lo que ocurre en prácticamente toda Europa, donde el envejecimiento de la población es un hecho, pero también con las características particulares de La Isla, una ciudad que durante décadas ha vivido de un modelo económico basado en una destacada presencia militar y en la industria naval que ha quedado reducido a una mínima expresión en las últimas décadas. Esa actividad, que todavía hoy no ha conseguido ser sustituida por otra alternativa económica, ha dado como fruto una amplia masa de población formada por personas mayores -muchos de ellos prejubilados desde hace años- con un nivel adquisitivo medio que garantizan sus pensiones, acostumbrados a una vida modesta, con buena salud en muchos casos y, casi siempre, con muchísimo tiempo libre y muchas ganas de hacer cosas.

No pocas veces además estos abuelos se han convertido en el sustento de familias enteras que se han visto en paro a causa de la crisis. Sus pensiones -como Cáritas ha apuntado en sus informes- son a menudo un colchón que ha amortiguado el duro golpe del desempleo. Asumen además estos mayores un nuevo rol familiar al cuidado de los nietos cuando ambos progenitores trabajan. Es fácil verlos en la puerta del colegio llevando o recogiendo niños o en el parque jugando con ellos.

"Que La Isla sea una ciudad de mayores pone también de manifiesto que la ciudad está mal", reflexiona Leiva al referir las escasas oportunidades que San Fernando y su entorno brindan hoy a los jóvenes. "El sostén económico de la ciudad eran los militares. Y eso se ha perdido", matiza.

"Efectivamente, La Isla es una ciudad con muchísimas personas mayores. Cada vez hay más, pero además se trata de mayores muy activos", apunta por su parte José María Moreno Coello, responsable de la Asociación de Mayores Vecinales, ligada a la federación de asociaciones de vecinos Isla de León. Talleres de informática, internet y redes sociales, gimnasia de mantenimiento y rehabilitación, manualidades, literatura, grupos de teatro, bailes de salón, conferencias, semanas culturales, música, excursiones... Todo lo que se ocurra es bueno porque la mejor receta -de eso no hay duda- es la actividad. "Hay que obligar a que uno esté siempre funcionando", apunta desde el antiguo Hogar del Pensionista Manuel Cubero, una de los mayores que puso en marcha el grupo de cuentacuentos para los niños y que más se ha implicado en el grupo de teatro.

Con ese objetivo se creó también en San Fernando hace casi 30 años la asociación de geriatría y gerocultura San Fernando, entidad pionera en promover las jornadas de exaltación de los mayores. "La asociación se constituyó para darles a los mayores otra cosa después de la jubilación. No se trataba solo de tener un sitio donde vinieran a echar un rato sino también donde pudieran hacer actividades, talleres de lectura, excursiones", apuntan a la par Francisco Torres Reyes y Diego Flores Alarcón, secretario y tesorero de la entidad.

Todas estas entidades -a las que se suman otras como el Círculo de Artes y Oficios- se dedican con ahínco a su vocación. La lista de talleres y actividades que ofrecen es bien larga. El problema es que La Isla no les sigue el ritmo. La ciudad -afirman- no está preparada para atender sus necesidades. Faltan equipamientos y recursos. En eso insisten todos.

De hecho, el único centro de día para mayores que tiene San Fernando abrió sus puertas hace 37 años y hace ya demasiado tiempo que se ha quedado pequeño. "Este centro cuenta con unos 6.500 socios", apunta su presidente, Hermenegildo Leiva. Lógicamente, no todos hacen un uso activo de las instalaciones. Sería imposible. Pero la cifra insiste en poner de manifiesto la falta de recursos de la ciudad para atender a una población cada vez mayor que demanda este tipo de servicios.

No es nada nuevo. Hace una década que en San Fernando se reclama la apertura de este segundo centro de día para mayores, que ha figurado entre los compromisos de la administración autonómica y entre las propuestas de uno y otro partido en varias convocatorias electorales sin que se haya conseguido avanzar más allá de los anuncios realizados en la prensa. "Desde este centro llevamos años reclamándolo. Insistimos en el tema en cada acta de las reuniones que mantiene la asociación", señala Leiva, que recuerda que localidades como Sanlúcar, con mucha menos población, cuentan con dos centros de día para mayores.

Hay un déficit de equipamiento -insisten- que se agrava ante la ubicación de las únicas instalaciones existentes, en la barriada del Cristo (en la calle Doctor Fleming). Eso hace que el centro quede lejos y sea inaccesibe para una inmensa mayoría. De ahí que siempre se haya reclamado la construcción de un nuevo edificio en La Ardila.

Tampoco corrió mejor suerte la proyectada construcción de la nueva sede de la asociación de geriatría y gerocultura para la que se iba a ceder incluso una parcela municipal en el entorno de la barriada Cayetano Roldán (la sede actual se encuentra en la avenida Reyes Católicos). La idea se planteó ante la creciente actividad -talleres, gimnasia de rehabilitación, jornadas- que esta entidad estaba registrando pero en 2011 cayó en el olvido.

La crisis, además, se ha dejado notar en la asociación, que ha tenido que prescindir de algunas de sus habituales actividades -como los premios de pintura, fotografía y poesía que convocaba cada año- al dejar de percibir buena parte de las subvenciones que recibía para sus actividades culturales. Su propósito -puntualiza el secretario, Francisco Torres- es el mismo que el del Centro de Participación Activa: mejorar la calidad de vida de las personas mayores sirviendo de punto de encuentro y ofreciéndoles una amplia gama de actividades. La que más demanda tiene en geriatría es la gimnasia de mantenimiento, para la que incluso tuvieron que alquilar un segundo local.

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