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San Fernando

Arranca la intervención del entorno del Castillo con hallazgos sobre el foso

  • La actuación, que tiene un plazo de ejecución de dos meses, tiene como objetivo recuperar la cota inicial de suelo · Las primeras catas revelan las dimensiones originales de este elemento defensivo

El foso que protegía el Castillo de San Romualdo se situaba a siete metros de la fortaleza, tenía cinco metros de ancho -en algunas zonas incluso seis- y cuatro de profundidad. Su construcción se diseñó en forma de uve, lo que quiere decir que de un extremo a otro descendía progresivamente hasta alcanzar esa cota máxima en la parte central, la más honda. El foso circundaba el edificio desde el siglo XIII, fecha primera en la que se data el levantamiento de este ribat y tenía, evidentemente, una función defensiva.

Ahora hay pruebas que lo certifican, pruebas tangibles y tan reales que el ciudadano puede contemplarlas -eso sí, a cierta distancia- en el ala norte de la fortificación, la que se sitúa de cara a la plaza Sánchez de la Campa. Porque en ese punto trabaja actualmente Demoaragón con las obras del entorno del Castillo, una actuación que comenzó la semana pasada y que consiste en retirar la masa de tierra de estos alrededores hasta llegar a la cota original -o de liza- de este edificio.

Esta cota la marca el inicio del foso, por eso se están haciendo varias catas diagnóstico para evaluar donde comienza el verdadero suelo, porque hasta ahí tendrán las máquinas que excavar. Suele ser aproximadamente un metro, aunque en algunas zonas la distancia se amplía o se recorta por el desnivel, según explicaba Lourdes Lorenzo, responsable de la vigilancia arqueológica con la que cuenta el proyecto. En una de estas catas o pruebas, la citada anteriormente, se puede apreciar todo el ancho de este foso, además de la porción de tierra que será necesario retirar en esa zona.

La próxima excavación se realizará, también en este flanco, aunque hacia la cara este, junto al único árbol que da sombra en el solar. De esta manera lo puntualizaba Juan Jesús Cantillo, arqueólogo que también está trabajando en la cara exterior del inmueble. Y no tardarán demasiado en hacerlo, porque el plazo de ejecución de esta actuación es de dos meses, un periodo en el que tiene que ser eliminado toda esta cantidad de tierra sobrante.

Es precisamente en este volumen donde se evidencia el paso de la historia de la fortaleza, pero también el peso de las desacertadas remodelaciones que ha sufrido el Castillo, que han conseguido menguar parte de su patrimonio. Así, restos romanos conviven con monedas del siglo XVIII y material contemporáneo que han ido, literalmente, hundiendo el Castillo en su pasado. Pero el desarrollo de esta primera actuación en el entorno, no sólo supone desenterrar el monumento, sino dar un paso necesario para poder realizar el refuerzo de los muros exteriores desde lo más alto hasta su cimentación, a ras de suelo.

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