Todo es energía más allá de la cuenta de la luz. Mi compañía suministradora de “letre” me pone una tirita antes de la hemorragia en la cuenta corriente. Lleva meses sin facturar y cada poco envía mensajes de alivio adelantando como podré sufragar el electroshock prometido. Terror duro Halloween-Stephen King. Pesadillas en las que me electrocuta el buzón del correo y alta tensión con calavera no tocar peligro de muerte financiera. Un estado teresiano de existir sin vivir en mí que no es consecuencia de una resaca  místico-cervecera. Tampoco síntoma de un brote psicótico como barrunta mi santa titular. Ni de la luna de octubre que me aloba al ajillo. Este cosquilleo lagartija  es arte de una vibración interior en incremento, según me ilumina un guasap New Age. Un críptico mensaje que me diagnostica alta frecuencia otoñal. Indicios: creo que no me importan las chorradas, noto sincronicidades y relaciones ocultas de atar…Vamos que, de cita de psiquiatra. Me asusta más lo de traer al pairo la validación externa, recomendación que asegura caer de patitas en un charco. El misterioso guía astral me recomienda seguir araucano y satisfier vibrador. Puedo cargar la culpa y la pulpa de tamarindo a la energía cósmica que está concentrando en mí su magma magnético; que la verborrea creciente es consecuencia de la mutación cebolleto-espiritual. No cumplo la quinta premisa de necesitar estar más tiempo a solas.

Desde que se abrió la veda eventero-cultural  me apunto hasta a la apertura de una flor. Hay mucha catarata de convocatorias. Se palpan las ganas de menear las mascarillas y tronos cofradieros en Cenacheriland. En lo que sí acierta, el esotérico asesor y ser de luz, es en la sed de conocimiento y hambre de nevera noctámbula. Antes que ansiolíticos me he automedicado con píldoras de “Meditaciones de Marco Aurelio” revisadas con notas de lavanda. Entonces, suena el teléfono fijo que también lleva meses desubicado. Que me parta un rayo si no me acaba de hablar una criatura cibernética. Me propone  “la tirada del amor”. Va de tarot el asunto. El algoritmo ha detectado que me van a pasar grandes cosas si tengo la tarjeta VISA a mano, y tiene razón: Debo llenar el depósito de gasolina a precio de vodka. A lo peor tengo que apoquinar unos litros de 95 octanos en vampíricos plazos, por supuesto, con el aval del gobierno de Pedro Lobo y su mariachi.

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