Trastornos

Síndrome de Amok: La locura asesina de los estudiantes que matan en masa

La cinta de la Policía prohíbe el paso al colegio donde se vivió un tiroteo en Idaho.

La cinta de la Policía prohíbe el paso al colegio donde se vivió un tiroteo en Idaho. / M.G.

Corría abril de 2002 cuando Robert Steinhäuser, un joven de 19 años asaltó a golpe de pistola semiatomática su escuela de secundaria en Efurt, Alemania, e hizo correr ríos de sangre. 16 personas, incluidos 13 miembros del personal, dos estudiantes y un oficial de policía murieron a causa de los tiros ejecutados por el estudiante. Tras finalizar la masacre, se suicidó. Años más tarde, en 2007, un joven estudiante de literatura inglesa, de origen surcoreano, Seung-Hui Cho, asesinó a 33 personas en la Universidad de Virginia Tech. El agresor también se quitó la vida tras los hechos. El más sonado, en 2012, ocurrió en Connecticut (EEUU). Allí un joven de 20 años asesinó a 27 personas, entre ellos 20 niños. Adam Lanza, se suicidó poco después. Todos comparten el mismo modus operandi, la locura asesina transitoria con ira ciega y desmedida que termina con la vida propia. Pero, ¿Qué empuja a jóvenes aparentemente normales a convertirse en peligrosos asesinos en masa?

El síndrome de Amok, una enfermedad mental muy poco común cuya principal característica es la aparición de un brote de furia salvaje que induce al sujeto a un comportamiento asesino, fue dado a conocer por el psiquiatra estadounidense Joseph Westermeyer en 1972. Durante el trance, el sujeto ataca, hiere o mata indiscriminadamente a todas aquellas personas que se encuentran dentro de su alcance.Según la Organización Mundial de la Salud, el de amok es un síndrome caracterizado por un comportamiento asesino o destructor hacia las personas, de carácter aleatorio y aparentemente no provocado, que puede llevar como acto final a autolesionarse o suicidarse. Aunque es posible incluso que, tras el ataque, el agresor pierda el sentido o entre en un estado de somnolencia del que, al despertar, no recuerde nada de lo sucedido. También se ha llamado coloquialmente a este trastorno ''frenesí'' o ''locura homicida'', por su esencia destructiva.Este síndrome parece tener su origen en diferentes circunstancias y situaciones adversas que el sujeto es incapaz de afrontar. La vivencia de una gran frustración prolongada en el tiempo, de humillaciones, 'mobbing', o el hecho de ser víctima de abusos pueden ser factores que desencadenen esta furia. Se asocia también con episodios psicóticos o con el consumo de determinadas sustancias. Tras los episodios, la persona suele queda exhausta, a veces con una amnesia completa y eventualmente, acaba suicidándose.

En cuanto a las causas de este trastorno, cabe decir que todavía no han podido ser determinadas con exactitud, debido a su poca prevalencia general y al hecho de que una gran parte de afectados acaban muriendo. Desde la perspectiva occidental, se atribuye este síndrome a una enfermedad psiquiátrica, mientras que, en las sociedades asiáticas, dónde tuvo su origen, es considerado como un hechizo, por lo que las personas que lo padecen estarían poseídas por espíritus que los castigan. 

¿UNA CUESTIÓN CULTURAL?

En este contexto, el síndrome ha sido vinculado tradicionalmente a la cultura. Ha sido visualizado y descrito por primera vez en la población malaya, de dónde proviene el término. Asimismo, también se emplea este término en el norte de Rusia, donde se lo conoce como ikota , o en algunas zonas del Ártico, donde se lo denomina pibloktoq o 'histeria del Ártico'.Según señala en un artículo el medio Muy Interesante, se dice que ''el pibloktoqes es más probable que surja al final de las largas noches polares, cuando la oscuridad prolongada afecta a la psique, incluso, de quienes están más habituados a ella''. Asimismo, en Rusia, las estrictas condiciones de matrimonio desembocan en estallidos de rabia descontrolada por parte de  las mujeres samoyedas, especialmente las recién casadas, con alucinaciones, convulsiones y estallidos de agresividad.

A este respecto, otros expertos creen que esta locura transitoria se manifiesta como una conducta globalizada si se mira con el prisma actual. Este matiz se debe a que la explosión de rabia no se suele producir en algunos de los episodios actuales que se creen consecuencia del síndrome. La planificación, la premeditación e incluso la calma, no corresponden con actitudes  bajo el yugo incontrolable del furor. 

De hecho, muchos de ellos suelen según afirma en una entrevista con Infosalus la abogada y criminóloga Paz Velasco De la Fuente, ''en la mayor parte de casos el crimen se planifica, y no todos los que lo hacen están enfermos".

Una posible respuesta a estas discrepancias es, como se ha señalado, que el amok se haya adaptado a nuestra cultura con una cara propia, como defiende la criminóloga Gutiérrez: “En mi opinión, mientras el síndrome de amok obedece a un patrón incontrolable, súbito y espontáneo de furia o de rabia salvaje, en el que el individuo se encuentra en estado de desconexión de la realidad, y sin descartar otras similitudes como las armas empleadas en el ataque, en la variante occidental contaría con una planificación previa. La cultura se convierte, por tanto, en un factor que modula cómo se manifiesta el amok, pero no determina si este ocurre o no

INFLUENCIA MEDIÁTICA

Ines Geipel, una profesora de teatro de Berlín y autora del libro El síndrome de Amok o la escuela de la muerte, considera que existe un claro componente mediático que precipita la radicalidad y la frecuencia de quienes padecen el síndrome de Amok.  “Robert Steinhäuser, por ejemplo, se descargó los planes de los asesinos de Columbine”, dice la escritora.

Cuando una masacre o un hecho de esta envergadura sucede, los medios de comunicación pasan semanas analizando y reconstruyendo el contexto y el desarrollo de los acontecimientos, así como el perfil del atacante. ''Quienes padecen el síndrome de Amok copian, imitan'', señala Geipel. Incluso, señala, suelen llevar atuendos y cortes de pelo similares.

Por ello, fomentar el afán de reconocimiento y repercusión es un ideal buscado por personas que se sienten en la sombra, que no tienen su sitio en la sociedad y que encuentran en estos ejemplos una forma de desahogar su ira. De hecho, los perfiles y la construcción de sus referentes los encuentran precisamente en el mundo de internet o en los medios de comunicación, una realidad en la que encuentran refugio, información y terreno lúdico.

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